_
_
_
_

Los modestos también hacen jazz

Los conciertos gratuitos llenan las plazas en el 'otro festival' de Getxo

Con cabezas de cartel como The Manhattan Transfer, Arturo Sandoval o John McLaughlin, el festival de Jazz de Getxo de este año se ha acercado más que nunca a sus hermanos mayores de Vitoria y San Sebastián. Pero, además de los grandes conciertos del Biotz Alai, en las plazas y las calles del barrio se respira también mucho y muy buen jazz.

Una marching band de Nueva Orleans se instala en el centro de la plaza
"La verdad es que el festival tiene muy buena aceptación en el barrio"

La gente que subía las escaleras del metro de Algorta el pasado martes por la tarde se veía transportada en el tiempo y el espacio. Desde los bares y burdeles del barrio rojo de Nueva Orleáns, el jazz Dixieland cruzaba el Atlántico para hacer las delicias de un público más bien familiar en el corazón de Algorta. En el escenario, la Gumbo Jazz Band, repasando los orígenes del género con su mezcla de gospel, blues y ragtime. En la audiencia, abuelos y nietos, curiosos y mucha gente disfrutando del buen día en la plaza. En la lista del sexteto catalán no faltaron clásicos del género, como el archiconocido When the saints go marching in. Óscar Font, líder del grupo, se muestra "sorprendido, en el buen sentido, por habernos encontrado un público tan familiar. Esperábamos más entendidos", señala. Este es el primer año en el que el festival acoge el Espacio Dixie, lugar de encuentro para el jazz más clásico. "Es indispensable que se programen este tipo de espacios, para acercar el jazz a un público general que no es fan de los grandes virtuosos", declara Óscar. "No soy un gran aficionado, sólo soporto el Dixie", comenta un espectador una vez acabado el concierto. Asegura que no irá a ver a ninguno de los grandes programados en el festival.

Son ya las siete y media y la acción se traslada a tan solo unas manzanas, a la plaza del Getxo Antzokia. Más gente y más mezclada. El público familiar sigue al pie del cañón, aunque empiezan también a aparecer entendidos y amantes de un jazz más free, que siguen atentos y aplaudien cada solo proveniente del escenario. Tocando, el Javier Pereiro Quartet, joven formación gallega. La plaza, llena. Padres con carritos de bebés y madres haciendo bailar a sus niños a un ritmo más bien sincopado. Al fondo, en las escaleras de la parroquia de San Nicolás, chavales jugando al fútbol y no tan chavales disfrutando de un helado o una cerveza. Después de poco más de una hora de música, el público despide al grupo de pie y con grandes aplausos. Pero no todos están tan satisfechos. "Un poco fríos me han parecido", comenta Pedro, entusiasta del jazz y él mismo ex batería de un grupo aficionado. "No han jugado con el tempo demasiado. Yo es que soy de un estilo más cercano a Bill Evans", alega. No iba al concierto de esa noche, pero "a ver a McLaughlin, sí, seguro".

La gente va dispersándose, los chavales retoman el fútbol y los bares empiezan a llenarse. Proveniente de no se sabe dónde se oye algo de música. Una marching band, que toca al aire libre y, en marcha, se instala en el centro de la plaza. Enseguida se forma un corro a su alrededor, suena Hit the road Jack y la gente se anima a bailar. Los responsables de la música son seis chicos de Nueva Orleáns, que cuando se juntan a tocar forman la To Be Continued Brass Band. Darren, de 19 años, a cargo del bombo, asegura que ama España. "Es una gozada traer a estos chicos hasta aquí", declara Gorka, responsable de que la banda esté en Getxo. "Son excelentes músicos provenientes de barrios conflictivos, que ven en la música una estupenda vía de escape". Después de una pausa siguen su marcha con dirección al Biotz Alai, donde pronto comenzará el concierto principal y el concurso de bandas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Son las nueve y media y el Tutusaus Septet sale puntual al escenario con la sala no del todo llena. Su actuación entra dentro del concurso de grupos, una de las señas de identidad del Getxo Jazz. Rebeca y Borja no entienden mucho de esta música, pero viven cerca y el Ayuntamiento les ha dado entradas para compensar por los ruidos de esta semana. "La verdad es que el festival tiene muy buena aceptación en el barrio", aseguran.

En el escenario la actuación termina y la sala acaba de llenarse a la espera del concierto principal. Ya es de noche, y el Iñaki Salvador Noneto aparece en escena; ahora empieza otro festival.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_