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DESDE MI SILLÍN | TOUR 2008 | Cuarta etapa
Columna
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El inesperado

El oráculo me ha vuelto a fallar. Acechaba el maillot de líder Cancellara, y no lo hizo mal por cierto, aunque quizá un punto por debajo de lo que se esperaba de él, el más especialista de entre todos los especialistas en un recorrido del género. Viéndole rodar, parecía que iba a pulverizar todos los registros. Pocos corredores son capaces de trasladar al espectador la sensación de fuerza que imprimen en cada pedalada; él es uno de ellos. Es imponente en el aspecto y efectivo en el esfuerzo. Pero ayer no fue su mejor día, eso hay que reconocerlo.

Pero también había otros que acechaban con el cuchillo afilado. Unos los esperados, como Millar -otro especialista-, o Evans y Menchov, los mejores de entre los favoritos. Y otros inesperados, al menos para mí que, aunque esperaba que lo hiciesen bien, nunca hubiese pensado verlos tan arriba: Schumacher y Kirchen, primero y segundo en la etapa respectivamente.

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El gatillazo

Yo donde sí que me esperaba algo de Schumacher era en el pasado Campeonato del Mundo de Stuttgart. Allí fue tercero -si no recuerdo mal, acompañando en el podio a Bettini y a mi ex compañero Alexander Kolobnev, AK 47, el arma automática de fabricación rusa más difundida por los ejércitos de medio mundo-, aunque además de por el resultado, fue aún más noticia por los extraños sucesos que ocurrieron con él en la noche siguiente. Que si un accidente fantasma, que si unos valores hemáticos anormales... no sé yo, él sabrá lo que pasó. Y esperaba tanto de él por lo que le vi hacer en la Vuelta unas semanas antes. Invariablemente, después de terminar cada etapa, cogía su bicicleta y se hacía unos kilómetros extra. No es nada fácil hacer eso, lo aseguro, hace falta ser muy duro... y tener las cosas muy claras. La Vuelta era para él un mero entrenamiento de cara a ese Mundial que corría en casa. Así que en carrera le veías hacer series en momentos determinados pasando a medio pelotón cara al aire haciendo esfuerzos inútiles. ¿Inútiles? '¿Dónde va ese, me dijo un corredor un día?'. 'A Stuttgart', le dije, 'a ganar el Mundial'. Al final, no ganó, pero no se puede decir que anduviera muy lejos.

Pero ayer fue un ganador inesperado, y no sólo por ganar, sino por los segundos que les metió a los especialistas. Estuvo sublime, lo mismo que el luxemburgués Kirchen, que además de up-finisher y pseudo escalador, es ahora contrarrelojista, de ahí que vista el maillot de la regularidad con una amplia renta de puntos.

Y después de las sorpresas, las decepciones. Una fue Valverde, sobre todo teniendo en cuenta sus últimos resultados en la especialidad y el estado de forma por el que atraviesa. Y otra el propio líder, al que parece ser que nadie le explicó eso de que el maillot amarillo te da alas. O será que el slogan se ha quedado anticuado desde que una conocida bebida energética se apropió de él. Puede ser. Podremos comprobarlo estos días con Schumi.

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