Rajoy dice que vio "muy buen ambiente" en el PP catalán y obvia los abucheos
El líder popular evita reclamar al Poder Judicial dureza en el 'caso Mari Luz'
Mariano Rajoy ha visto un congreso del PP catalán muy distinto al que ha aparecido en todas las televisiones, radios y periódicos. Ni abucheos, ni división, ni enfado generalizado por la intervención de la dirección nacional, que ha promovido la candidatura de Alicia Sánchez-Camacho. "No hay por qué preocuparse, yo vi muy buen ambiente", señaló ayer al ser preguntado sobre los abucheos que recibieron varios dirigentes nacionales.
Una y otra vez, Rajoy trató de minimizar o incluso ignorar la división en uno de los partidos más importantes para el PP, el catalán, en el que la candidata oficial ha obtenido sólo un 56% de apoyo mientras una recién llegada como Montserrat Nebrera, que ha acumulado el voto protesta, se quedó en el 43%. "Esto es normal, Zapatero salió elegido en un congreso con cuatro candidaturas", llegó a decir Rajoy, obviando que en ese cónclave no hubo un solo abucheo.
Cataluña es clave para el PP, según ha reconocido en varias ocasiones Rajoy. Sólo en esta comunidad, los socialistas le han sacado a los populares 17 escaños, y en toda España la distancia final ha sido de 15.
La dirección del PP es consciente de que las cosas no van bien allí, con el partido dividido, pero quiere pasar página cuanto antes, al menos en público.
No sólo Rajoy esquivó varias veces el asunto. Ni uno solo de los 15 miembros del Comité Ejecutivo Nacional que hablaron ayer, en la primera reunión de este órgano tras el congreso nacional de Valencia, mencionó la división en Cataluña. Ni siquiera Alejo Vidal-Quadras, que conoce bien el asunto porque fue jefe de ese partido en los noventa. En su intervención, la única que podría considerarse algo crítica con Rajoy, se concentró en reclamar al líder del PP que no hable sólo de economía y que fije posición también en otros asuntos que el PSOE va a meter en agenda como la laicidad, el aborto o la eutanasia, y también que insista en el debate territorial.
Expulsados los críticos del Comité Ejecutivo -ya no están allí Juan Costa, Carlos Aragonés, Gabriel Elorriaga e Ignacio González, los que protagonizaron con sus reproches la última reunión- la cita fue tranquila y no hablaron ni Esperanza Aguirre, la única dirigente regional que ha criticado abiertamente a Rajoy, ni Jaime Mayor, que se marchó nada más hablar el líder porque tenía que acudir a Estrasburgo.
Sí lo hizo Alberto Ruiz-Gallardón, el alcalde de Madrid, para apoyar a Rajoy y respaldar una iniciativa que ha promovido el líder del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo, y que los populares llevarán a una diputación permanente del Congreso. El PP quiere que los españoles que están en el extranjero -más de un millón- voten en urna en los consulados y embajadas, como sucede en otros países.
La cuestión, nunca resuelta por gobiernos del PP ni del PSOE, afecta sobre todo a Galicia. El 12% del electorado gallego -los comicios están previstos para la primavera de 2009- está en el exterior y vota por correo con sistemas de dudosa fiabilidad que permiten que se haga incluso en nombre de fallecidos.
Rajoy, que se reunirá a finales de mes con todos los barones autonómicos para tratar de la financiación, también dijo que una de sus prioridades es el atasco de la justicia. Sin embargo, ante el caso Mari Luz, la niña presuntamente asesinada por un pederasta que no cumplía una condena previa porque un juez no la tramitó, Rajoy se mostró esquivo. La decisión depende del Poder Judicial, controlado por el sector conservador, afín al PP. Y el juez en cuestión es miembro de la Asociación Profesional de la Magistratura, afín al PP.
El padre de la niña teme que, como informó EL PAÍS, todo se salde con una multa. El Gobierno ha anunciado que el fiscal recurrirá si eso sucede. Pero Rajoy, que se reunió en el Congreso con el padre y promueve una modificación legal, evitó lanzar cualquier mensaje al Poder Judicial para reclamarle firmeza: "El PP respeta las decisiones de los jueces", se limitó a contestar.
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