Laporta, en el ojo del huracán

La directiva del Barcelona es un hervidero tras el varapalo que recibió en la moción de censura del domingo. No prosperó la iniciativa de Oriol Giralt, pero el peso del voto de los 23.870 socios que se expresaron en contra de la gestión de Joan Laporta y de su junta ha abierto un intenso debate en torno a la gobernabilidad del club. El presidente, nada más conocerse el resultado de la moción, con el 60,6% en contra de su gestión y el 37,7% a favor, afirmó que está decidido a agotar su mandato en 2010. Un día después, varios directivos, ante la gravedad de la situación, dejaron entrever que el análisis está abierto a todas las posibilidades. Entre las soluciones de continuidad que se barajan se considera la dimisión de Laporta. "Difícilmente se producirá", indicaron fuentes de la directiva; "se tienen que interpretar los resultados y discutirlo todo a partir de un resultado negativo".

Ferran Soriano, vicepresidente del Barça y hombre fuerte de la directiva, no es partidario de la convocatoria de elecciones anticipadas. "Ahora no podemos colocar al club bajo ese estrés", afirmó en RAC 1. Pero a renglón seguido, a una pregunta sobre la posible dimisión de Laporta, respondió: "No se puede descartar nada. La junta no se ha reunido aún. La responsabilidad más importante es que el club esté estable y tranquilo. Dentro de pocas semanas la pelota empezará a rodar y hay que acabar de hacer el equipo". Ésa es la tesis de una parte de la directiva: dejar que la situación se calme, evitar las decisiones precipitadas y optar por las más racionales. En ese sentido se interpreta la decisión de posponer al jueves la reunión que la junta directiva tenía previsto celebrar hoy.

Soriano rechazó las acusaciones del ex presidente Josep Lluís Núñez, según el cual la junta ha dilapidado el patrimonio. El vicepresidente afirmó que de los 25 millones de euros negativos tras la etapa de Núñez se ha pasado a 12 millones positivos. "Existen indicadores a partir de los cuales los socios del Barça no cuestionan la gestión del club. La entidad es sólida en estos momentos en lo económico, en lo social y en lo deportivo. Pese a ello, 23.000 socios no están de acuerdo. Eso nos dice que alguna cosa no debe de estar bien".

Laporta apeló a los socios que no votaron en la moción de censura. "Existe una mayoría silenciosa que no se ha pronunciado, cerca de 80.000 socios, que está a la espera de cómo irán los resultados deportivos y de que tengamos un cierto cambio de rumbo en la gestión de la entidad. Es un voto que no se ha movilizado porque pensaba que no había suficiente motivo para impulsar una moción de censura. Nos dan margen para seguir adelante y que podamos acabar el mandato que nos otorgaron en 2006", dijo el mandatario. Laporta señaló que el resultado de la moción le dejó "un sabor de dulce derrota".

El turbulento aire que respira el barcelonismo se puede agravar en función de la sentencia judicial que debe conocerse de forma inminente y que determinará si Laporta y sus directivos deben avalar unos 41 millones de euros -el 15% de los 280 millones de presupuesto del club en 2006-2007- o quedan eximidos. El juicio, tras la demanda interpuesta por un socio, quedó visto para sentencia tras la comparecencia del propio Laporta en calidad de demandado, en la que declaró que ni él ni sus directivos avalaron al inicio del segundo mandato, en septiembre de 2006, "porque la Liga de Fútbol Profesional certificó que no era necesario".