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37º Congreso del PSOE
Columna
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Energía para los militantes

Soledad Gallego-Díaz

Un congreso de un partido político que se celebra inmediatamente después de ganar unas elecciones, y en el que los delegados deciden aprobar la gestión de los últimos tres años por nada menos que el 100% de los votos, es seguramente un congreso anodino y de poca sustancia. Eso es lo más usual y eso es lo que está pasando en el 37º Congreso del PSOE, por mucho que sus responsables se hayan lanzado a comentar los temas más complicados y con más aristas que guardaban en el cajón, con la esperanza de insuflar energía y de conmover el ánimo de sus militantes y simpatizantes.

El problema es que como se trata realmente de problemas muy complicados y esquinados (eutanasia, relaciones con el Vaticano y con la jerarquía de la Iglesia católica española, ley de plazos para regular el aborto, federalismo, financiación autonómica), a la hora de la verdad, la discusión de las ponencias ha quedado en poca cosa y no se han vislumbrado avances espectaculares o novedosos en ninguno de esos espinosos campos.

El 37º Congreso no pasará a la historia del PSOE por su contenido, sino por el nombramiento de Pajín
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En el caso de la nueva regulación del aborto, largamente reclamada por todos los grupos feministas, la ponencia se limita a proponer una revisión de la legislación vigente, de forma que "incorpore las innovaciones que ya existen en otros países europeos" y que "respete la voluntad de las mujeres". En la práctica, las delegadas aseguraban ayer que la palabra mágica "ley de plazos" había sido asumida y que la nueva legislación llegará al Parlamento el próximo mes de octubre, pero la realidad es que, por el momento, el texto aprobado deja un amplio margen de maniobra al Gobierno.

Más directo resultó el llamamiento a permitir el voto de los inmigrantes en las elecciones municipales, única propuesta real en relación con la controvertida política de inmigración, pero que, para llevarse a cabo, necesita el consenso del PP.

Lo más llamativo y tajante fue quizás la rápida irrupción de José Luis Rodríguez Zapatero en el debate lingüístico, para defender la cooficialidad de las distintas lenguas españolas y en concreto el modelo catalán. La intervención de Zapatero fue muy bien acogida en el PSC, pero no sólo allí. Otros sectores del PSOE apoyaron firmemente la idea de que el presidente del Gobierno saliera al paso desde el principio para intentar "pinchar" cualquier operación que se monte en torno a la polémica sobre el uso del castellano y del catalán. Para algunos de esos delegados, el manifiesto objeto del debate contiene algunos elementos de sensatez que pueden ser compartidos, pero su utilización como instrumento de enfrentamiento político alentado desde las zonas más derechistas del país debe ser contrarrestada inmediatamente. Mejor todavía si se hace desde Madrid y no se deja en manos del PSC.

Es probable, sin embargo, que el 37º Congreso del PSOE pase a la historia del partido por algo que no tiene nada que ver con sus contenidos ideológicos sino con el nombramiento de una mujer, Leire Pajín, como secretaria de Organización del partido. Es un cargo interno poderoso, que va a estar en manos, por primera vez, de una mujer muy joven, pero con una considerable experiencia, no sólo política sino también en la gestión de grandes presupuestos, negociaciones difíciles y situaciones de crisis. Pajín no será hueso fácil de roer para nadie en el PSOE ni, por supuesto, en la oposición.

El 37º Congreso se cerrará hoy con un altísimo nivel de satisfacción de los militantes socialistas, probablemente uno de los más altos de su historia reciente. Rodríguez Zapatero ha sido reelegido con el 98,5% de los votos y, como queda dicho, su gestión y la de su equipo durante estos años ha merecido el 100% de respaldo. La legislatura comienza, sin embargo, con un nivel de inquietud más grande del que podía esperarse, fundamentalmente por las previsibles consecuencias de la crisis económica, y muchos delegados no ocultaban ayer su preocupación. Quizás precisamente por eso, el discurso inaugural de Rodríguez Zapatero, con su reiterada mención a su compromiso socialdemócrata, fue muy bien acogido.

Los delegados que habían llegado con una cierta inquietud por una hipotética deriva "centrista" de su partido, quedaron en su mayoría contentos por el lenguaje desplegado por su secretario general y sus guiños sobre la laicidad del Estado. Zapatero no ha ocultado nunca que cree que para ganar las elecciones el PSOE tiene que mantener el voto de la izquierda, una tesis defendida por casi todos los anteriores responsables del PSOE. Es conocido que Felipe González decía que necesitaba los votos de la izquierda para poder hacer política de centro. En el PSOE, en cualquier caso, la mejor manera de reafirmar esa conexión han sido siempre los congresos alejados de las citas electorales. Y ahora falta más de tres años para la próxima.

La anécdota más divertida de ayer la puso el portavoz de la ponencia encargada del cambio climático. Enrique Guerrero, conocido por su sentido del humor, habló de la necesidad de un pacto nacional sobre el agua y del acuerdo a que se había llegado sobre posibles "transferencias de agua". Preguntado sobre si los delegados habían discutido sobre "trasvases" y sobre qué era para él un trasvase, Guerrero contestó: "A lo primero, sí. A lo segundo, es la transferencia de agua de un lugar a otro".

José Luis Rodríguez Zapatero, tras ser reelegido secretario general.
José Luis Rodríguez Zapatero, tras ser reelegido secretario general.LUIS SEVILLANO

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