La UPV cataloga por primera vez su patrimonio artístico
El infinito paisaje montañoso de Leioa que Juan Mari Lazkano salpica de símbolos del conocimiento científico; el Gernikako Arbola de Nestor Basterretxea; el emblema diseñado por Eduardo Chillida... No son sólo obras que adornan los pasillos y las paredes de la Universidad del País Vasco (UPV), sino que son parte de una colección de 405 piezas con la que la institución académica se reivindica a sí misma como "un agente cultural de primer orden". En un "ejercicio de autoestima", como lo denomina el rector Juan Ignacio Pérez, la universidad ha catalogado por primera vez todo su patrimonio artístico y recogido las 147 obras más representativas en un libro presentado ayer en Bilbao.
Además de grandes figuras del arte contemporáneo vasco, la colección muestra con orgullo las aportaciones de profesores de su facultad de Bellas Artes con trayectorias consolidadas, como Lazkano, y otros más jóvenes como Natxo Rodríguez, de Fundación Rodríguez, cuya obra ha llegado a las galerías chinas. También conserva las primeras obras de antiguos estudiantes de la facultad que hoy exponen en los circuitos comerciales y crean sus propios espacios de producción, como Ibon Aranbarri, Judas Arrieta o Saioa Olmo.
Desde los años noventa, la universidad mantiene una política de adquisición de obras de artistas contemporáneos vascos que incluye encargos directos a autores, compras en galerías, regalos y donaciones, y convocatorias de premios iniciadas en 1993. Catalogar todas las piezas, abundó el vicerrector de Extensión Universitaria, Ander González, no sólo permite preservar "la memoria plástica de la universidad" y comprobar "la gran diversidad de artistas, obras y materiales" presentes, sino que "posibilitará elaborar nuevas estrategias de adquisición".
La última estrategia y la apuesta artística más fuerte fue la de vestir la reformada Aula Magna el pasado mes de septiembre con ocho pinturas de grandes dimensiones presididas por el paisaje de Lazkano. Xabier Idoate, Xabier Morrás y Fito Ramírez-Escudero son los otros tres profesores que aceptaron el reto de plasmar en un lienzo la esencia de la UPV "sin caer en el mural tópico de los jóvenes con libros bajo el brazo", detalló Morrás. El proceso creativo, que duró un año, se recoge en otro libro, Aula Magna, presentado también ayer.
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