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Crónica:WIMBLEDON 2008 | Un pulso de leyenda
Crónica
Texto informativo con interpretación

"Si gano, mi carrera cambiará"

Rafa Nadal vence a Schuettler y jugará su tercera final consecutiva del torneo con Federer

El entrenamiento tuvo el peso de la entrega de una herencia legendaria. John McEnroe llegó rodeado por un grupo de cincuentonas que le ofrecían sus camisetas como toalla, y se entrenó con Rafael Nadal. El español se marchó luego a la pista central de Wimbledon, ganó al alemán Schuettler (6-1, 7-6 y 6-4) y se clasificó para su tercera final seguida en Londres, donde volverá a enfrentarse a Roger Federer, el genio, vencedor del ruso Safin (6-3, 7-6 (3) y 6-4). Entre medias, McEnroe, que ganó tres veces en La Catedral verde, le habló de Wimbledon y de por qué es un torneo "histórico". De cómo el desgaste y "las horas" de batalla sobre arcilla pudieron con su prometedor historial sobre tierra. Habló McEnroe en inglés a través de Carlos Costa, el agente de Nadal, y su excepcional presencia sobre la desgastada hierba escondió una afirmación. Llega un momento único. Mañana, en Wimbledon, se discute quién gobierna el tenis en el siglo XXI.

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"Si gano, mi carrera cambiará un poco", reconoció el español. "Será una de mis victorias más importantes, aunque seguiré siendo el número dos. Es la peor final que puedo jugar. Es, probablemente, contra el mejor tenista de la historia", continuó. "Estoy jugando en una época muy bonita y muy difícil: todas las finales de Grand Slam que he jugado, menos una, la de Roland Garros 2004, son contra el más difícil, el número uno. He ganado varias, y por eso tengo confianza e ilusión, pero también la humildad de saber que el favorito es él. Si gano, estaré más cerca que nunca del número uno".

Nadal asalta el templo de Federer, el pentacampeón, buscando el doblete de Borg, que ganó Roland Garros y Wimbledon en el mismo año tres temporadas seguidas (1978-1980). Una decisión táctica en contra de su naturaleza impulsa su desafío.

"En Roland Garros", reflexiona Toni Nadal, su tío y técnico; "Rafa consiguió jugar un metro más adelantado. Con ese metro gana facilidad en el juego: cuanto más cerca de la línea está, más clara es la visión que tiene de la pista", continúa. "Así puede desplazar más fácilmente al contrario. Lo que pasa es que cuando estás acostumbrado a jugar desde más atrás te cuesta mucho hacerlo. Rafael ha tenido éxito jugando desde más atrás, y cambiarlo cuesta. En París lo hizo, en Queen's también, y aquí veremos si puede mantenerlo".

"Nadal lo ha mejorado todo y en todas las superficies", dice Mikhail Youzhny, número 17; "pero lo ha hecho con un cambio progresivo, continuo y lento. Por eso no se aprecia desde fuera. No necesita un saque como el de Federer. El suyo es un servicio por zonas, para poner la bola en juego con ventaja y ganar el punto con sus tiros. ¡Mire cuantos juegos ha perdido al servicio!" [cuatro en seis partidos].

"Cada vez está más fuerte", coincide Peter Lundgren, ex entrenador de Federer. "Respeta más la hierba y cree más", añade. "Usa más slice en el saque y lo lanza con más peso. Le da más efecto. Está utilizando mejor la pista".

Justo antes de que cinco agentes de seguridad le abrieran pasillo entre una masa de admiradores, John McEnroe, concertó una cita. "See you in the locker", le dijo a Nadal. "Nos vemos en el vestuario". Aún queda la valla de un tenista genial, Federer, pero los grandes de la raqueta ya esperan al español para recibirle como a uno de los suyos.

El orgullo del pentacampeón

Hay muchas cosas impresionantes en que Roger Federer juegue mañana su sexta final consecutiva de Wimbledon. El suizo lleva 65 victorias seguidas sobre hierba. Sólo en una ocasión se enfrentó a un punto de partido en contra durante esa racha. Sólo en una ocasión, el año pasado en la final contra Rafael Nadal, tuvo que jugar cinco sets. Y sólo en una ocasión en su reinado, ayer, tras vencer al ruso Marat Safin (6-3, 7-6 y 6-4), reconoció la necesidad de encontrar un rival a la altura de su perfección. Por tercer año consecutivo, Rafael Nadal es el candidato."Todavía", dijo el número uno del tenis mundial a los suyos en alemán; "no he jugado mi mejor tenis en este Wimbledon. Nadie me ha empujado a ello. Espero que si ocurre en la final encuentre una marcha extra".Las estadísticas del campeón, sin embargo, no calientan corazones. El malicioso runrún ha llegado a los oídos del mejor tenista del mundo. Dicen los gurús del tenis, de Brad Gilbert a Nick Bolletieri, que este año es el año de Nadal. Que si el curso anterior empujó a Federer hasta el límite de las lágrimas, este año, con las mejoras que ha introducido en su juego, no puede sino ganar.Y Federer les escucha con respeto. Y Federer admite sus opiniones, incluso cuando son graznidos de carroñero que le recuerdan su desastre en la última final de Roland Garros, donde sólo ganó cuatro juegos ante Nadal. Y Federer, que conoce las abismales diferencias entre la tierra y la hierba, sólo pide una cosa: "No me descarten demasiado rápido"."Rafa es un gran competidor y un verdadero peligro. Se merece el respeto de los periodistas y de los jugadores, pero antes de que empecemos a hablar de otra cosa nueva, alguien tendrá que ser capaz de romper la racha increíble que llevo en partidos sobre hierba", explicó Federer, ganador de 12 títulos grandes."Mi camino hasta la final ha sido perfecto", añadió el suizo. Y ahora sólo queda un partido... Es muy simple. No he tenido ningún tipo de problema durante este torneo. Ha sido algo francamente increíble. París fue una decepción. Estas cosas ocurren a veces y lo importante ahora es que tome impulso de ese golpe".

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