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Columna
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Pensar el futuro

El lehendakari y los diputados generales no paran de presentar planes y proyectos para el futuro, aunque en dichos planes incluyan actuaciones que ya habían sido presentadas con antelación y algunas de ellas estén ya en ejecución. El PNV no se atreve a denunciar los devaneos soberanistas del lehendakari ni la pérdida de tiempo que han supuesto los últimos años de empecinamiento en torno a ese "derecho a decidir" que a ningún lugar lleva. No es extraño, porque en política no es corriente asumir fracasos ni equivocaciones, pero su estrategia actual -con su curioso eslogan "Think Gaur"-, es una denuncia encubierta de las tesis del lehendakari, y como tal debe ser interpretada. Más aún, constituye una apuesta por mostrar a la sociedad vasca una cara más útil y eficaz que la de la nefasta estrategia de soberanismo anticonstitucional que tanto tiempo ha hecho perder a los vascos y las vascas, y tanto ha arriesgado la convivencia en Euskadi, amenazando con perturbarla muy gravemente. Esto no debe pasar desapercibido y, además, debe ser valorado a la hora de meritar a los contendientes políticos que concurran a las próximas elecciones autonómicas.

El PNV intenta erigirse en campeón de la gestión con viejos planes y proyectos

¿Será capaz el PNV de pensar en el futuro (Think Gaur) agarrado aún a la pesada losa de la consulta soberanista? Bien se ve que no, porque los proyectos que con tanta profusión de detalles presenta en sociedad son viejos y constituyen la muestra más flagrante de que sus gobernantes no hicieron lo que tenían que hacer a su debido tiempo, mientras el lehendakari se sumergía, una y otra vez, en los lodazales del independentismo venial y camuflado. Y no han faltado voces de todo tipo y procedencia que venían advirtiendo de aquel manifiesto error, mientras Ibarretxe se ha empeñado en el absurdo y el PNV le ha apoyado con resolución, hasta tal punto de permitir el desistimiento y abandono del capitán de la nave, Josu Jon Imaz. Por tanto, es bueno recordar los hechos sucedidos y las artimañas que encierra su última estrategia, híbrida entre el modernismo inglés y el arcaicismo nacionalista vasco.

Resulta curioso advertir el chusco combinado de vocablos que reza en la fachada de la sede central del PNV en Bilbao para anunciar el acto multitudinario de presentación de su estrategia en el BEC. Salvo la fecha, hora y lugar de la convocatoria, prácticamente ni una palabra está escrita en castellano, que es la lengua que conocen todos sus afiliados y simpatizantes. El inglés y el euskera se dan la mano en una coartada sólo destinada a orillar el castellano, pero las citaciones y los horarios han sido puestos en la lengua más útil para sus intereses inmediatos (llenar hasta rebosar el BEC), que es el castellano. Este detalle no es baladí, encierra la sublime contradicción de quienes pretender negar con sus signos lo que afirman con sus acciones y palabras. Me atrevo a asegurar que en las oficinas de la Sabin Etxea son muchos más los papeles y documentos escritos en castellano que en euskera. ¿Tiene esto importancia? ¡Pues claro! Porque de fachada hacia fuera vive una sociedad atribulada por la crisis y las duras condiciones de sus vivencias y supervivencias, a la que se le sume en debates estériles que tienen que ver con la identidad del pueblo, como un signo arcaico e indeleble, en lugar de que tal identidad surja de la suma de las voluntades y empeños de sus ciudadanos.

Bien. El PNV ha optado por ventear proyectos viejos y planes vetustos, hábilmente aliñados, intentando erigirse en los campeones de la gestión pública, y es preciso señalar la incongruencia y revelar la farsa. Porque la política no se desarrolla sobre un escenario con atrezzo y decorados prefigurados, sino en la calle llena de vida y de vidas.

Mientras el lehendakari repetía como si fuera un eco que los vascos y las vascas tienen derecho a decidir su futuro -refiriéndose sólo a su pertenencia, o no, a España-, engordaban las listas de espera de la sanidad vasca, a pesar de que se limiten cada vez más los servicios o el nivel de cobertura de ellos; la educación se ha introducido en un bucle imposible de desenredar por la obsesión de convertirla en un instrumento de instrucción, en lugar de un modo eficaz de formación; las infraestructuras básicas se han ralentizado en exceso para una sociedad en plena transformación económica y social; las prestaciones sociales, antaño modélicas para el resto de los españoles, ahora están en peligro de caer en la vulgaridad del corral estatal; la lucha por la concordia y la paz sin condiciones, como garantías de libertad, se ve cada vez más enrarecida por las excesivas disputas dialécticas de unos y otros, muy poco interesados en resaltar lo mucho, y básico, que nos debe unir, y mucho más interesados (sobre todo por parte del nacionalismo) en poner matices que puedan sembrar dudas e incertidumbres contra el Estado llamado España.

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Hay que resaltar la incongruencia y descubrir la farsa. Bueno sería que el camino emprendido por el PNV enmendara sus azarosas caminatas por la interminable y borrosa senda del soberanismo por la que ha pretendido llevarnos el lehendakari durante los últimos años no sólo a los militantes del PNV, sino a todos los vascos. Y bueno será que los ciudadanos lleguen a la conclusión de que la obstinación de Ibarretxe en el camino errado puede haberle convertido en un autómata, incapaz de comprender su mismo error, si no se lo hace ver su partido ni los ciudadanos con pelos y señales.

Josu Montalbán es diputado del PSE por Vizcaya.

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