La agresividad contra el saque
Las hermanas Williams, ganadoras de seis de los ocho últimos títulos, se cruzan en la final
Son hermanas, comparten casa en Londres y se jugarán entre ellas el título de Wimbledon por tercera vez. Venus y Serena, las hermanas Williams, se clasificaron ayer para la final del templo verde tras vencer, respectivamente, a la rusa Dementieva por 6-1 y 7-6 (3) y a la china Zheng: 6-2 y 7-6 (5) con dos suspensiones por lluvia. Las cifras hablan de dos tenistas brutalmente dominantes sobre hierba, que se han repartido seis de los últimos ocho títulos -cuatro para Venus, campeona vigente, y dos para Serena- y han estado en nueve finales. Además van directas hacia el triunfo en el dobles, que ya ganaron en dos ocasiones. Tal es su dominio en Wimbledon, tal su ascendiente en un circuito huérfano de manos seguras, que sólo una mujer puede hablar de ellas en igualdad de condiciones: Martina Navratilova, nueve veces campeona en Londres.
"Mi favorita es Venus; sobre hierba se mueve estupendamente", dice Navratilova
Especial: Wimbledon 2008 |
"Venus", dice Navratilova sobre la número siete, "juega mejor a cada partido. Su conexión con la hierba es perfecta. Sube a la red de una manera natural. No tiene que pensar, al contrario que sobre tierra. Y una vez llega a la red es muy difícil lograr que una pelota la pase".
Navratilova, la reina de Wimbledon, es hoy una mujer fibrosa que se entrena en las pistas del Aorangi Park bajo una gorra de béisbol y entre las bromas cómplices de sus amigas. ¿Qué hubieran hecho las hermanas Williams en su época? ¿Habría sido posible un Wimbledon como el de 2008, con favoritas eliminadas a paladas y 100 millones de chinos siguiendo por televisión a una compatriota en semifinales?
"La gente siempre quiere comparar", responde Navratilova. "¿Quién es la mejor? ¿Cuándo? En los años 70 y 80 había jugadoras con una personalidad especial. Ahora, la media es más fuerte, pero las mejores jugadoras, en comparación, son un poco más débiles que entonces. Eso, sin embargo, es ahora mismo. Quizás en un mes alguna jugadora empezará a dominar a las demás de forma absoluta. La gente llega a conclusiones demasiado rápido. Ha sido excelente ver a jugadoras con un ránking mucho más bajo siendo capaces de ganar a las mejores en Wimbledon", prosigue; "pero mi favorita es Venus, porque se siente muy a gusto sobre hierba. Se mueve estupendamente, mejor que Serena. Es más agresiva que ella. Serena, claro, tiene un saque un poco mejor, pero en cualquier otro departamento del juego, Venus es ligeramente mejor. Tanto como su ventaja en la final".
Venus tiene 28 años, la ligereza de un suspiro y el golpeo de un camionero. Serena ya ha cumplido los 26 y dispara con malicia. Las Williams son dos almas gemelas unidas por la muerte de una hermana y el continuo exigir de un padre iluminado. Serena, la tenista del cuerpo hipotecado, no se entiende sin su hermana. Y Venus, la chica de la muñeca lastimada, no existe sin Serena. "No me puedo imaginar sin ella", admitió Venus; "porque en muchas ocasiones me ha inspirado. Me ayudó a ser una luchadora. Mis padres eran grandes atletas y nosotros tenemos esa bendición genética", cerró.
Dice Navratilova que Venus, la chica que resta un metro dentro de la pista, es la candidata al título. La estadística no lo confirma: de 15 enfrentamientos con su hermana, Venus ha perdido ocho, incluidas dos finales de Wimbledon. En la tercera, quizás se sientan solas. No las verá desde la grada Mr. Williams, su padre. Dice el caballero que prefiere volar de vuelta a Estados Unidos a sufrir con el corazón partido. Su hija Serena, mientras tanto, vive el camino al partido enfrentada a una pregunta. ¿Qué talento le robaría a su hermana? "Sus piernas", contesta la musculosa número seis con su agria ironía de marca; "Son las más sexis del mundo".
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