Las algas inundan Qingdao
Un manto verde cubre el mar donde se celebrarán las pruebas olímpicas de vela e impide entrenarse a los regatistas
Los problemas se le acumulan a Pekín para la organización de los Juegos Olímpicos que comienzan el próximo 8 de agosto, un número que cada vez trae menos suerte a China. El país ha sido azotado por las protestas por la contaminación, las quejas internacionales por la situación en el Tíbet, el boicoteo al viaje de la antorcha por el mundo y las denuncias por la violación de los derechos humano y la falta de libertad de prensa. Hasta la naturaleza parece en contra de Pekín.
"Son un freno para el barco. Esto parece un campo de golf", cuenta Natalia Vía-Dufresne
La vela en los Juegos Olímpicos 2008 |
Después de llorar las 50.000 muertes por el terremoto de Sichuan, una plaga de algas ha invadido el Mar Amarillo de Qingdao, sede de las pruebas de vela, y amenaza con poner en peligro la disputa de la competición. La marea verde afecta a unas 5.000 millas cuadradas de la costa de Qingdao, aproximadamente un tercio de la superficie que se utilizará en los Juegos. Y los regatistas olímpicos han llamado la atención sobre la imposibilidad de entrenarse en esas circunstancias. "No sé si os hacéis una idea de lo mal que se entrena sacando algas todo el rato del timón y la orza...", explica Natalia Vía-Dufresne, que competirá en el 470 femenino junto a Laia Tutzó.
"Todo el mar está igual. Son manchas de algas, como una gran manta verde, que te obligan a parar o desviarte. Son un freno para el barco. La estrategia de navegación acaba dependiendo de las algas. Más que un campo de regatas, esto parece un campo de golf", cuenta Natalia desde Qingdao. Laia y ella llegaron a la ciudad china el pasado 24 de junio y desde entonces se han encontrado con el mar enverdecido. Lo mismo les ha sucedido a Marina Alabau (RSX femenino) y a Aarón Sarmiento y Onán Barreiros (470 masculino), que también se entrenan ahora en Qingdao. Y lo mismo les espera a Iker Martínez y Xabi Fernández (49er), que viajan la próxima semana a Pekín. "Es como una mancha de chapapote", cuenta Iker. "El problema, además de la invasión de algas, son los métodos rudimentarios que están utilizando para sacarlas. Ves a los chinitos sacándolas con las manos o con redes muy pequeñas. Se han dividido en zonas, pero se avanza muy poco", explica Vía-Dufresne.
Unas 20.000 personas, la mayoría estudiantes, y más de 1.000 barcos han salido a las costas para hacer frente al manto verde. Pequeñas embarcaciones y barcos de madera se afanan en la tarea. Incluso el ejército chino envió ayer a las playas a decenas de soldados, que subían las algas en grandes montones a camiones: son utilizadas para la alimentación y la medicina.
Las explicaciones a la plaga son diversas. "La gente aquí dice que han llegado a la costa debido a un temporal o un tifón en una zona cercana", explica Vía-Dufresne. Otra teoría apunta al aumento de las lluvias y la temperatura del agua. E incluso al uso de productos químicos en la industria y la agricultura que han ido a parar al mar a través de ríos y afluentes y que han multiplicado las algas.
Yuan Zhiping, miembro del comité organizador de los Juegos, explicó que el gobierno pretende limitar mediante grandes redes la zona donde se disputarán las pruebas de vela para evitar la llegada de más algas, y aseguró que la zona estará "completamente limpia" el próximo 15 de julio. El manto de algas es el último problema para Qingdao, la sede olímpica de vela, a 550 kilómetros al sudeste de Pekín. Los regatistas denunciaron que la elección del campo de regatas obedeció más a una razón "política y comercial" que deportiva, puesto que la zona disfruta de muy poco viento. Los tripulantes han debido someterse a una dieta estricta para perder peso y ofrecer menos resistencia al viento. Rafa Trujillo, por ejemplo, que compite en la clase Finn, ha perdido 14 kilos. "Todo han sido problemas allí", cuenta Iker Martínez, otro de los regatistas que pasa todos los días por la báscula. A la falta de viento se ha unido desde una espesa niebla que ha dificultado la navegación hasta un manto de algas que ha cambiado el Mar Amarillo de color.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.