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Reportaje:EUROCOPA 2008 | España, campeona 44 años después

España se vuelve loca

Decenas de miles de personas jalean a la selección y festejan la victoria en las calles

Patricia Ortega Dolz

Primero fueron las pantallas gigantes, las banderas rojigualdas al viento, las camisetas rojas y los gritos de aliento. Luego, la fiesta. Los chapuzones en las fuentes, los petardos, las bocinas de los coches, el "¡campeones, campeones!", las calles cortadas al tráfico, la celebración. El alcohol y algún que otro incidente. Cientos de miles de españoles salieron ayer a las calles de las principales ciudades a animar a la selección y, cuando el árbitro pitó el final del partido, a celebrar la histórica victoria.

Alrededor de 65.000 personas atestaron la plaza de Colón, de Madrid, centro neurálgico de los aficionados durante toda la Eurocopa por arte de la cadena Cuatro. La euforia empujó a varios grupos de seguidores a cortar la Castellana tras el partido. La policía informó de que 90 personas habían sido atendidas por el Samur y 14 trasladadas a distintos hospitales hasta la medianoche, la mayoría víctimas de mareos, heridas y contusiones leves. Entre ellas, sólo una sufrió un traumatismo craneoencefálico grave.

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"A las cinco, donde siempre, en Colón", rezaba el mensaje lanzado desde el messenger de Beatriz a sus amigas. Las cinco adolescentes de 16 años, ataviadas con los colores de la selección, eran una mota entre los millares de jóvenes que se habían congregado en Colón desde primeras horas de la tarde. La mayoría de los asistentes eran jóvenes como ellas, pero también había adultos. Miguel Herance, 40 años, no quiso que su hijo, Julio, de cinco, se perdiera "un hecho histórico": "Ésta es la mejor manera de compartir la ilusión, más allá de nacionalismos ni historias".

- País Vasco. Cerca de un millar de personas celebraron el triunfo en la plaza de Moyua, de Bilbao. "¡No estamos todos, falta el lehendakari!", gritaron algunos.

Mucho antes, en el minuto 14 del partido, la localidad vizcaína de Ermua vibró. Raúl González, un camarero malagueño agitó con fuerza la bandera española y gritó "¡¡¡Uyyyyyy!!!" Llevaba la camiseta de la selección, pañuelo rojigualdo escondiendo la melena. En el móvil, la enseña nacional protegiendo la pantalla. La selección había llegado por primera vez con peligro. Antes los ermuarras habían teñido de rojo la plaza de San Pelayo con sus camisetas. En el centro, una pantalla gigante. Unas 1.000 personas secundaron el llamamiento del alcalde, el socialista Carlos Totorika. "¡Podemos!", acababa el bando.

La camiseta de la Escuela de Fútbol de Ermua CD (roja), la de los donantes de sangre de Elorrio (roja también), la bandera de Vietnam (roja con la estrella amarilla), la de la comparsa del pueblo y hasta el toro de Osborne se hizo un sitio en un pueblo de 16.200 habitantes. Silvia, Jone y Tania lo tenían claro. A sus 11 años, habían empleado parte del día en hacer una minipancarta con un solo lema: "¡España va a ganar!"

-¿Estáis seguras?

-Es lo que va a pasar.

Las tres saltaron entre gritos cuando Torres coló el balón. En Euskadi prácticamente sólo se instaló otra gran pantalla. Lo hizo el restaurante alemán Ein Prosit de Bilbao. Unas 600 personas, algunos alemanes, acudieron a su llamada.

- Cataluña. En Barcelona, Las Ramblas y Canaletes se convirtieron en el epicentro de la espontánea celebración de miles de aficionados catalanes.

El Ayuntamiento de Barcelona decidió no habilitar pantallas gigantes para la final y los aficionados, después de ver el partido en casa o en algunos de los bares y cines en los que se congregaron para presenciar el segundo título español en la historia de la Eurocopa, se echaron a la calle para festejarlo. La Guardia Urbana cortó el tráfico en Las Ramblas y también en la Plaza de España, donde se produjeron algunos incidentes. Tanto allí como en las calles adyacentes se dejaron oír las bocinas de los coches y los cánticos de muchos aficionados, la mayoría de ellos enfundados en la camiseta roja de la selección.

"Es ridículo que no hayan preparado nada", se reprochaba al Ayuntamiento desde algunos foros de Internet. Los bares tiraban de reclamos -"Los españoles tienen sitio" o "Anima a la Roja"- y muchos vehículos lucían banderas españolas. En varias poblaciones colindantes se citó a la gente en carpas, como en Barberà del Vallès; cines, como en Sant Cugat, escuelas o espacios públicos como en Sant Adrià del Besós.

- Andalucía. Los más de 40 grados que se alcanzaron en Sevilla, Córdoba y Jaén no fueron la causa de la desolación de las calles andaluzas. La razón, el partido. Las playas se vaciaron y hasta la feria de Algeciras (Cádiz) tuvo que esperar al final del encuentro para recuperar visitantes. Numerosos ayuntamientos instalaron pantallas. Una hora antes ya se encontraban casi llenos los recintos, que atrajeron a miles de personas. Los gobiernos locales establecieron planes especiales de vigilancia, limpieza y tráfico.

En Granada la fiesta reunió a 30.000 personas.

- Galicia. En Galicia todo el mundo recuerda que Luis Aragonés se comprometió a hacer el Camino de Santiago si España ganaba. Ayer en algunas ciudades se agotaron las camisetas de la selección, que los hinchas lucieron todo el día. En Santiago, los peregrinos pasearon sin rumbo fijo por la ciudad esperando el partido. El Ayuntamiento había instalado una pantalla gigante en la Praza Roxa y había desviado el tráfico. En muchos balcones de toda la comunidad, carteles con el lema de "¡Podemos!" y más banderas rojigualdas que en el día del patrón.

Muchos pueblos, como el orensano de Melón y el lucense de Vilalba, y todas las ciudades salvo Lugo y Ferrol (donde el partido se vio en la intimidad de bares, clubes y domicilios) tuvieron pantallas gigantes. La viguesa plaza de Estrella y la pontevedresa de A Ferreiría fueron los escenarios más concurridos, tanto como el barrio de San Pedro de Visma, en A Coruña, de fiestas patronales. Ourense escogió la elegancia y solemnidad. El partido: el ayuntamiento organizó la retransmisión en el Teatro Principal.

- Valencia. En Valencia, el público más joven y con más ganas de fiesta abarrotaba los alrededores de Mestalla. Pronto empezaron los cánticos: "¡Yo soy español, español, español!" o "¡Alemán el que no bote". Llegaban ataviados de banderas, al viento, a modo de capa o de pareo, vestidos de rojo y pintados los brazos, las piernas, y hasta el torso pintados con los colores de la bandera española. Y cargados con litros de cerveza para el botellón menos problemático de los últimos años.

Antes del partido hubo ruido. Mucho ruido. Hubo silbidos para Alemania. Y gritos de apoyo para el gran ausente e ídolo de Mestalla "¡Illa, illa, Villa, maravilla!". Y con Torres, volvieron los cánticos. Y la pólvora. Que se dejó oler y sentir como en las Fallas.

Esta información ha sido elaborada por Aitor Guenaga, Jordi Quixano, Arcadio Silvosa y Nadia Tronchoni.

Aficionados cerca del estadio de Mestalla, en Valencia.
Aficionados cerca del estadio de Mestalla, en Valencia.JORDI VICENT
Seguidores en Las Ramblas de Barcelona.
Seguidores en Las Ramblas de Barcelona.MARCEL.LÍ SÁENZ
Niños de Ermua (Vizcaya) ven la final en la plaza de San Pelayo.
Niños de Ermua (Vizcaya) ven la final en la plaza de San Pelayo.LUIS ALBERTO GARCÍA
Vídeo: Luis Manuel Rivas / Juan Vinuesa

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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