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PALABRA DE MUJER | OPINIÓN
Columna
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Semana de alta tensión

Soledad Gallego-Díaz

La semana que comienza hoy va a marcar un nuevo inicio de la legislatura. Primero, porque el PSOE perdió una votación en el Congreso de los Diputados y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tendrá que acudir este miércoles al Parlamento a explicar la situación económica por la que atraviesa el país y sus previsiones para los próximos meses.

Segundo, porque el tema vasco subió unos grados de temperatura al anunciar Batasuna -o su segunda marca, el Partido Comunista de las Tierras Vascas (EHAK)- que cedía al lehendakari Ibarretxe el voto que necesitaba para sacar adelante su propuesta de consulta soberanista. El Gobierno tiene ahora que esperar a la convocatoria del referéndum encubierto de autodeterminación para acudir al Tribunal Constitucional e impedir su celebración. El asunto vasco vuelve a estar al rojo vivo para los socialistas, a la espera de que el lehendakari dé luz verde a las anheladas elecciones anticipadas.

El clima político ha cambiado mucho, y el PSOE y Zapatero necesitan variar su estrategia respecto al PP
Cuanto mayor sea el éxito de Rajoy en los sondeos de opinión, más fácil le será consolidar su poder interno

Y tercero, porque el PSOE tiene que utilizar su 37º Congreso, que se celebra los días 4, 5 y 6 en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, para intentar recobrar una cierta iniciativa política, perdida prácticamente desde las últimas elecciones, y darse un nuevo baño de modernidad y confianza.

El clima político ha cambiado radicalmente respecto a los últimos meses de la legislatura anterior. Los dos elementos que son ahora fundamentales son el deterioro acelerado de la situación económica, generalmente denominado crisis, y segundo, y muy importante, que todo llega acompañado por un inteligente cambio de imagen del Partido Popular y de su líder, Mariano Rajoy, dispuesto a reivindicar el centro y a dar una mano de pintura que adecente el conjunto del partido.

Rajoy tiene todavía que consolidar su plan y su proyecto desde el punto de vista interno, lo que no carece de dificultades, pero ya está claro que el efecto exterior del congreso de Valencia ha sido muy bueno. Y cuanto mayor sea el éxito de Rajoy -y del nuevo equipo que encabeza la secretaria general, María Dolores de Cospedal- en las encuestas de opinión, más fácil le será también acentuar su propio poder interno.

El peligro más evidente para los socialistas es que la imagen de renovación del PP cale y que su percepción pública como una formación poco moderna y nada negociadora dé paso a una idea de modernidad y frescura. Si eso fuera así, el PSOE tendría también que pensar en un auténtico cambio de estrategia propia. Y en política ya se sabe que los cambios de estrategia forzados por el contrincante son siempre molestos y complicados.

Por primera vez en su vida, Rodríguez Zapatero tiene que desenvolverse en un escenario en el que no existe el "discurso positivo", que ha dominado, con gran éxito, hasta ahora. El presidente tiene que gestionar una crisis, y eso es siempre desagradable. En este caso es especialmente difícil porque Zapatero no tiene mayoría suficiente en el Congreso y necesita el apoyo de los nacionalistas para aprobar año tras año los Presupuestos.

Es cierto que lo mismo sucedió en la legislatura anterior, pero en esa etapa el Gobierno pudo contar con el apoyo de Izquierda Unida (ahora muy debilitada) y negociar en muy buenas condiciones con los nacionalistas, dado el superávit económico de que disfrutaba. No es lo mismo negociar con CiU cuando se chapotea en la abundancia que cuando se tienen que manejar Presupuestos restrictivos y recortes de gasto. Lo lógico en las actuales circunstancias sería, pese a todo, intentar un acuerdo de cierto alcance con CiU, pero se trata de una maniobra delicada y difícil porque el PSOE no puede olvidar que ganó las elecciones generales gracias a los diputados que aportó el PSC, y que los socialistas catalanes ya están bastante sensibilizados con los temas de la nueva financiación como para ver sin sospechas y sin malestar el menor acercamiento a Convergència i Unió.

El Gobierno necesita urgentemente recobrar una cierta iniciativa política. Algunos dirigentes del partido le reprochan a José Blanco y a José Luis Rodríguez Zapatero que no hayan aprovechado mejor estos meses en los que han podido moverse prácticamente sin oposición, debido a los problemas internos del PP. Pero en el Gobierno se recuerda que nadie ha permanecido inactivo. "Lo que sucede es que nos estrenamos prácticamente con una continua subida del precio del petróleo y con la huelga de los camioneros, que era prioritario resolver como fuera", explica un miembro del Gobierno. Lo más que está dispuesto a aceptar como crítica es que "quizá no hemos sabido explicar mejor el tema de la crisis o no crisis económica, y que posiblemente esa indecisión nos ha hecho perder unas décimas de confianza". -

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