¿Es una crisis?
Toda la polémica que se está montando alrededor de si el Gobierno (especialmente, su presidente) dicen o no la palabra "crisis" está llegando ya a extremos infantiles. Unos pretenden hacer ver que si no se dice "crisis" no se es consciente de la situación (haciendo oídos sordos a lo que el Gobierno está diciendo en las últimas semanas).
Otros parecen pensar que decir "crisis" es como decir abracadabra, un requisito indispensable para que, mágicamente, ya se solucionen nuestros problemas. No he oído decir la palabra "crisis" a ningún presidente, director general o similar de una empresa cuyos resultados bajen un 2% de un año a otro. Y la razón por la que no lo han dicho es porque no pueden, ni deben hacerlo: no supone ninguna ventaja y puede ser utilizado en su contra, incluso, como estamos viendo, rayando el paroxismo.
Decir "crisis" no supone ser más realista, ni más consciente de nada, ni de economía, ni de ninguna otra cosa. Empeñarse en que lo diga el Gobierno, en cambio, sí refleja claramente algo: que no se tiene nada mejor que decir.
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