Cae la lluvia sobre Akinfeev
El gol de Xavi, entre las piernas,tuvo un efecto desastroso en el portero ruso
A los 22 años, Igor Akinfeev es el portero titular más joven de la Eurocopa. También, el que más paradas ha hecho. Hasta el partido de ayer sumaba 24 intervenciones. Los españoles no tardaron en ponerle a prueba. Villa fue el primero con un disparo desde fuera del área que cargó de peligro: iba con efecto, describiendo una curva engañosa que buscaba el primer palo, a 20 centímetros del suelo. El ruso voló y lo desvió. Fue su primera mano. Le sacaría otra más a Torres en un tiro a bocajarro. Y frustraría todos los remates lejanos de la segunda línea y todos los centros que colgó Sergio Ramos en la primera parte. Lo hizo con la calma de los veteranos. Ante Akinfeev, los delanteros siempre encontraron respuestas adecuadas. No dio ninguna facilidad, no concedió rechaces, no perdió la tranquilidad y supo coordinarse con Ignasevich. Su comunicación con el líder de la zaga, compañero en el CSKA, hizo que la defensa rusa estuviera siempre ordenada. En el descanso, en su área, reinaba la calma. Nada hacía suponer que Akinfeev se llevaría otra goleada.
Lo que los delanteros no consiguieron lo consiguió una triangulación de los volantes. Fue demasiado. Intervinieron tres canteranos del Barça. Primero, Xavi, que tocó y se desmarcó. Después, Cesc, que le hizo la pantalla para librarle de Semak, su perseguidor. Iniesta devolvió el balón con un centro tenso a la zona de nadie: entre el portero y los centrales. Llegando desde atrás, Xavi supo coger a todos por sorpresa. El pobre Akinfeev se le puso por delante, pero el centrocampista le apuntó entre las piernas. El balón se le coló por el hueco. El trabajo meticuloso que había hecho el moscovita se desmoronó en ese momento fatídico. Para cualquier guardameta que se precie, cualquier gol puede tener justificación menos el que entra pasando por debajo de la entrepierna. La humillación tuvo un efecto desastroso en Akinfeev, que hasta entonces se había mantenido frío. Hierático, con los rasgos imperturbables, sin exhibir sentimientos. Tras el gol, empezó a poner caras. Se dejó atrapar por la melancolía. Comenzó a mirar al cielo. Miró la lluvia caer. Miró los rayos, escuchó los truenos. Una tormenta se desataba sobre el Danubio y sobre su portería.
Grecia, Suecia y Holanda sólo pudieron hacerle un gol. Un solo gol y, además, a balón parado. Rusia no es un equipo fácil de batir y la seguridad de su portero tiene mucho que ver en ello. Durante la fase de clasificación, Rusia fue batida siete veces en 12 partidos. "No se valora suficientemente a nuestra defensa", se lamentó el portero hace un par de días; "sólo se habla de nuestros delanteros".
Akinfeev había recobrado la confianza. No esperaba que, recuperado Ignasevich, los españoles le volvieran a meter una goleada. Pero eso le sucedió. Le hicieron tres. Xavi, Güiza, que le engañó con un golpe de tobillo y una media vaselina, y Silva, que le puso el balón demasiado lejos. Las tres veces se quedó solo ante el ejecutor. Las tres veces se quedó helado.
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