El líder desaforado
Arshavin gestiona la presión con timbas de póquer y whisky con el beneplácito del técnico
"¡Camarero, tráigame una botella de Chivas!", gritaba Andrei Arshavin en ruso a un empleado que no alcanzaba a comprenderlo, porque era austriaco, en el Hotel Krallerhof. Sentado alrededor de una mesa de póquer junto con Bystrov y dos amigos, amontonando dinero, formando un montículo de billetes, y haciéndose escuchar. Así, con mucha timba y whisky escocés, celebró el paso a los cuartos de final de la Eurocopa el único jugador con madera de líder de la selección de Rusia.
"Este equipo es raro porque, a diferencia de otras selecciones rusas, no tiene líderes", explica una fuente de la federación rusa. "El único que podría serlo es Arshavin, pero ése va a lo suyo", apunta la misma fuente, para describir la actitud de un muchacho que no tiene ningún interés por gobernar nada. Incluso demuestra poca atención en el gobierno de su persona. Se deja llevar y hace lo que le da la gana ante la mirada inquisitiva de los jefes de la federación, que temen que todo se desmadre de un momento a otro.
La noche que Rusia derrotó a Suecia y se clasificó para cuartos, con un gol decisivo de Arshavin, los jugadores rusos se convirtieron en los más primados de la historia del fútbol, con 500.000 euros por cabeza. Tras derrotar a Holanda, con un gol y una asistencia de Arshavin, recibieron más dinero. Y si le ganan a España y pasan a la final, cada futbolista se embolsará más de un millón de euros. Un récord. Reflejo de la nueva era que vive Rusia, cuyo mayor símbolo es el talentoso delantero del Zénit.
Astuto, con criterio para jugar por detrás de los puntas, rápido para ejercer de extremo, habilidoso en el uno contra uno y frío para definir con ambas piernas, Arshavin es un compendio de facultades. A sus 27 años es el futbolista ruso más desequilibrante. Es único y lo sabe. Necesita demostrarlo. En la fiesta de la clasificación hizo un despliegue formal. Mientras sus compañeros bebían cerveza con sus familiares, él se distanciaba con un Chivas y una partida de póker a tumba abierta. Para que lo vieran todos. Incluido Hiddink.
Lejos de alarmarse, el seleccionador holandés, hace como que pasa. "Arshavin no está descontrolado", dijo ayer. "Está gestionando muy bien la presión. Es un jugador con carisma. Tiene el don de llamar la atención a todo el mundo. Sabe destacarse. Para una selección importante, tener a un futbolista de su calidad es imprescindible. Él es consciente de que representa un ejemplo para muchos niños".
Después de convertir al Zénit en campeón de la Liga rusa en 2007, y de conquistar la última Copa de la UEFA, la estrella rusa aspira a competir en un grande como el Barcelona. Ayer lo repitió, después del último entrenamiento: "Mi sueño es fichar por el Barça".
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