Primer profesor universitario detenido por la dictadura
José Luís Santos Lucas falleció en Valencia el pasado 12 de junio, a los 80 años de edad. La universidad fue su vida, a la que permaneció ligado de distintas maneras desde su juventud hasta los 77 años, cuando aún dirigió su última tesis doctoral y se encargaba de la Universidad Senior en la Universidad Politécnica de Valencia. Desde su incorporación a ésta en 1968 fue el profesor de matemáticas de generaciones de estudiantes de arquitectura, y muchísimos de otras especialidades lo conocieron en sus cursos de doctorado y seminarios sobre la historia de las matemáticas y sobre los problemas filosóficos de las ciencias, seminarios frecuentados también por profesores de las dos universidades valencianas.
Era una persona de extraordinaria cultura, no sólo científica: amante y gran conocedor de la literatura clásica española, la literatura francesa, de las lenguas clásicas, pequeñas dosis de todo ello asomaban en sus lecciones y en su conversación. Dotado de un finísimo sentido del humor y de una acerada ironía, sus intervenciones en cualquier foro público eran siempre seguidas con expectación. Era asimismo un auténtico caballero, de trato exquisito, amante de la conversación, de la buena mesa, y buen amigo de sus amigos, que los tuvo de todas las ideologías (incluso de las más alejadas de la suya), y entre quienes siempre despertó el máximo respeto.
El profesor Santos procedía de familia antifranquista: padre diputado socialista en la República y alcalde de Murcia, su hermano mayor oficial de la aviación republicana, exiliado tras la guerra. José Luis Santos Lucas se licenció en Ciencias Químicas en la Universidad de Valencia. Investigador brillante, siendo ayudante de clases prácticas en la Facultad de Ciencias de esa universidad se trasladó de 1950 a 1954 a Paris para realizar su tesis doctoral con Louis de Broglie, uno de los padres de la mecánica cuántica y premio Nobel de física.
A su regreso a España, Santos es detenido como consecuencia de la caída de la dirección local del PCE en 1954. Es el primer profesor universitario detenido en la postguerra en España. Haber trabajado en Francia con el físico y premio Nobel Frédéric Joliot-Curie (militante comunista también él, que había sido director del CNRS y Alto Comisario para la Energía Atómica en el país vecino) sugiere a las autoridades militares franquistas la acusación inicial de "espionaje atómico a favor de una potencia extranjera" (la Unión Soviética).
Estamos en 1954: un año antes, el matrimonio Rosenberg ha sido condenado y ejecutado en EE UU bajo la misma acusación. Su defensor de oficio, Jaime Miláns del Bosch, le dice en la primera visita que si de él dependiese estaría ya condenado sin juicio. Finalmente, el consejo de guerra (pues José Luis Santos es oficial del ejército al haber acabado las milicias universitarias como alférez) rebaja la consideración del delito y le condena por colaboración en propaganda ilegal. Siguen en consecuencia años de separación forzosa de la universidad y de subsistencia dando clases particulares. Hasta 1974 no vuelve a concedérsele el pasaporte.
En 1968 se incorpora como profesor a la Universidad Politécnica de Valencia, creada ese mismo año. Su personalidad le hace rápidamente imprescindible en la bisoña institución, donde desempeña pronto misiones de Jefe de Estudios y, tras la transición democrática, de Secretario General de la universidad. Cientos de actas y documentos, debidos a su pluma, contienen detalles de su humor y erudición. En este periodo (final de los setenta y principios de los ochenta) tiene también papel responsable en la política universitaria del PCE, de cuya dirección valenciana forma parte. Hasta el último día ha sido un comunista fiel a sus ideas, de las que hacía nacer su gran autoexigencia y honestidad.
Pasaron por su casa muchos protagonistas del siglo XX, sobre quienes le hemos oído luego contar historias y anécdotas: Jorge Semprún en la clandestinidad de los cincuenta, el coronel revolucionario y presidente dominicano Francisco Caamaño; el fiscal Jesús Vicente Chamorro, a quien le unía una gran amistad; Rafael Alberti y José Saramago, a quienes apadrinó en su nombramiento como doctores honoris causa en la Universidad Politécnica de Valencia; la cosmonauta Valentina Tereshkova, y tantos otros.
Hasta su jubilación a los 70 años, sus alumnos pudieron apreciar sus clases llenas de eruditas anécdotas. Sus amigos, hasta el último momento, hemos podido disfrutar de su inteligente compañía y admirar en él la sabiduría y la fidelidad. Luchó por la justicia, y, con su vida, hizo el mundo más interesante para quienes tuvimos la suerte de tratarlo y conocerlo. Le estamos agradecidos por ello.
Manuel Monleón Pradas, es director del Centro de Biomateriales de la Universidad Politécnica de Valencia. Rafael Garro Galiana es profesor de la Universidad Politécnica de Valencia. Angel García Aparicio, es "amigo y camarada" del fallecido.
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