La generación PlayStation

La electrónica está de moda en el MotoGP actual. Desde la organización, que es quien permite que se utilicen los sistemas actuales, se proclama que el efecto que se consigue con ellos es aumentar la seguridad de este deporte. Aseguran que se evitan muchos accidentes, sobre todo al salir de las curvas, en el momento en que uno debe accionar el comando del acelerador en busca de la potencia que esconde el motor. En parte, este planteamiento es correcto, lo que ocurre es que la electrónica es un arma de doble filo. Con los actuales controles de tracción, los pilotos abren gas en la salida de las curvas prácticamente sin pensar. Su movimiento de muñeca es automático: ¡ras! El motorista sabe que la electrónica entrará en funcionamiento si es necesario y cortará el encendido del motor, impidiendo los high sides [los accidentes en los que la moto escupe al piloto al aire]. Además, las MotoGP actuales también incorporan un pulsador ubicado en el manillar, que permite que el piloto elija la configuración de entrega de potencia que más le conviene en un momento dado, mientras está en carrera. Conducir las MotoGP actuales es algo parecido a jugar a un videojuego. Es por eso por lo que a la hornada de corredores que han promocionado últimamente a la categoría reina, se le conoce como la generación PlayStation.

Yo vengo de una época en la que la electrónica prácticamente no existía en el motociclismo. Cuando yo competía en 500cc, no había control de tracción, ni calentadores de neumáticos, y los frenos no actuaban como ahora [eran de acero, y no de carbono]. Con todo, era el piloto el que tenía que calibrarlo todo, con su muñeca derecha (el acelerador) para no salir despedido al aire, y con los frenos. Además, hay que tener en cuenta que las motos de dos tiempos tenían freno motor

[la desaceleración que cualquier conductor percibe cuando reduce una marcha], mientras que las actuales, de cuatro, sí que disponen de él.

Con la electrónica que incorporan las actuales MotoGP, el papel del piloto pierde protagonismo. Recuerdo que, cuando Valentino Rossi comenzó a probar motos con control de tracción, dijo que se sentía como un tramposo. Pero es que, más allá de cuestiones románticas, que las motos de carreras equipen tanta electrónica es contraproducente para los propios pilotos. Tengo serias dudas de que realmente este deporte sea más seguro con ella. Es más, creo que los motociclistas juegan a la ruleta rusa cada vez que salen de una curva. Automáticamente abren el acelerador a tope, sin pensar, y eso es algo parecido a apretar el gatillo de un revólver que sólo tiene una bala en el tambor. Para que uno pueda accionar el gas sin problemas, debe estar rodeado de unas circunstancias específicas. En el momento en que hay algo que falla, como por ejemplo que el neumático esté frío o sea demasiado duro, la electrónica pierde efecto y entonces sí, aparecen los accidentes. Lo mismo que le ocurre a uno si juega a la ruleta rusa, aprieta el gatillo y dispara la bala. Es una cuestión de tiempo. Los sistemas electrónicos cambian, y es cierto que la mayoría de las veces uno puede levantar la moto y salir a tope sin que pase nada... hasta que llega el día que sí pasa algo. Últimamente tenemos muchos ejemplos de accidentes [Lorenzo, Pedrosa, incluso Rossi] que son consecuencia de la electrónica.

No estoy en contra de la electrónica en las carreras, ni mucho menos. Es bueno que se evolucione en esta dirección porque, tarde o temprano, la mayoría de motos de calle de gran cilindrada incorporarán controles de tracción. Pero, al mismo tiempo, creo que sería importante replantearse el papel y la influencia de estos componentes en el Mundial de MotoGP.