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Aguas de Valencia despeja su futuro

La junta de accionistas ratificará la OPA de exclusión

Miquel Alberola

Aguas de Valencia afronta mañana una decisiva junta general de accionistas en la que ratificará la exclusión de sus acciones de la cotización bursátil. Es la culminación de un proceso para cumplir con las obligaciones asumidas por la compañía el 3 de julio de 2007 ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que ante la falta de fluctuación de las acciones en la Bolsa, ofreció dos salidas a Aguas de Valencia: poner acciones en el mercado o sacarlas de la cotización mediante una OPA de exclusión.

La primera propuesta de la CMNV era inviable, ya que los dos principales accionistas, la sociedad Agval y Suez Environnement, no estaban dispuestos a vender títulos. Y la segunda, siendo sólo una solución al inmovilismo de los títulos en el mercado bursátil, tiene fatales consecuencias para los socios franceses, que participan de un 33% de la compañía, ya que el precio de la acción se fija en 150 euros, 58 menos de lo que pagaron.En ese sentido, la OPA de exclusión se plantea como uno de los últimos capítulos del pulso entre Suez y Agval, sociedad conformada por el Banco de Valencia y Fomento Urbano de Castellón con del 60,68% de las acciones. El inicio del conflicto entre las dos sociedades mayoritarias se remonta al mismo momento en que Suez adquirió las acciones de Aguas de Valencia a sus anteriores propietarios, la compañía francesa Saur, y reclamó ocupar los cinco sillones que ésta dejó en el consejo de administración.

Agval bloqueó esa posibilidad y nombró otros cinco consejeros por cooptación con un argumento de fondo: la presencia mayoritaria de Suez, en alianza con la Caixa, en Aguas de Barcelona, la principal competidora de Aguas de Valencia.

Suez ha tratado de resolver el conflicto sobre la base de que la compañía nunca quiso tomar el control de Aguas de Valencia, sino establecer una relación estable mediante la formula de un partenariado de largo plazo y aportar su capacidad tecnológica. Sin embargo, entre Suez y Agval siempre se interpone el mismo escollo: Aguas de Barcelona, con quien Aguas de Valencia compite en el 90% de los concursos a los que opta. La principal baza de Agval es una sentencia que impidió a Acciona que se sentara en el consejo de administración de FCC por considerar el juez que se trataba de dos empresas con idéntico objetivo social y competentes entre sí.

El conflicto ha aflorado incluso alguna extraña y remota operación como la de un aval de 4,9 millones de euros no justificado suficientemente por la Diputación de Valencia con motivo de la privatización del 49% de la Empresa General Valenciana de Agua, SA, adquirida por la sociedad Vainmosa, y posteriormente subsumida en Aguas de Valencia. Suez ha introducido en el orden del día de la junta una pregunta sobre el aval, a la vez que ha pedido información sobre operaciones vinculadas y sobre la OPA de exclusión.

Fuentes de la compañía francesa aseguran que aunque Aguas de Valencia no esté en la Bolsa sigue interesando a Suez, ya que eso no altera los derechos vinculados a las acciones que posee. Sin embargo, fuera de la Bolsa, a Suez se le complica extraordinariamente la situación y su margen de maniobra es nulo. Con todo, ése es un posible escenario. Quedarse y esperar la llegada de tiempos mejores o quedarse e iniciar una batalla legal para obtener representación en el consejo de administración.

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Desde el punto de vista económico, la operación Aguas de Valencia puede resultar nefasta para Suez. Con la exclusión corre el riesgo de perder mucho dinero y no es descartable que se exijan responsabilidades en París. Fuentes de Agval consideran que la única opción que le queda a Suez para tratar de disminuir las pérdidas sería pactar un precio por acción superior a 150 euros y vender. Y ésa es la opción que baraja Agval.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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