La hora del condenado
Aquilani, que sufrió la competencia de De Rossi en el Roma, es la alternativa a Pirlo
La baja por sanción de Pirlo ha obligado al seleccionador italiano, Roberto Donadoni, a rebuscar en su banquillo. Este hombre triste y de mirada sombría no quería. Pero no ha tenido más remedio que valorar la posibilidad de poner a su mejor jugador. Se trata de Alberto Aquilani, que hoy podría transformarse en el regista que necesita Italia para amalgamar su ataque.
Aquilani posee todas las condiciones para convertirse en el mejor futbolista de la Eurocopa. Tiene un dominio notable del balón, es veloz, inteligente, astuto para el robo y temible en el remate. También tiene algunos problemas que lo condenan a ser un dudoso. Sus 23 años lo convierten en una opción difícil para un técnico conservador, es demasiado tímido para el gusto italiano, juega en el Roma, un club sin influencia política, y, lo más importante, le fallan los músculos. Ayer, en conferencia de prensa, Donadoni repitió varias veces la expresión fisicità, para referirse a los condicionantes físicos. Apuntó que "será un partido de gran fisicità", advirtió que "tiene en cuenta la fisicità", y recordó que en el famoso partido de cuartos de final del Mundial de 1994, cuando Italia eliminó a España (2-1), hubo "mucha fisicità". Donadoni está obsesionado con el tema. Y Aquilani carece de fisicità.
Tiene un hándicap para un técnico conservador: sus 23 años y su escasa musculatura
Aquilani y De Rossi, dos chicos de la clase de 1984, crecieron jugando en la cantera del Roma. La estrella infantil y juvenil fue Aquilani. El que despertó sospechas fue De Rossi, porque su padre era entrenador de la cantera. Lo señalaban como a un enchufado. Con el tiempo, De Rossi se desarrolló como un atleta y llegó a convertirse en el segundo capitán del Roma, tras Totti. Su compañero talentoso, en cambio, sufrió el lastre de las lesiones. Hasta hoy. Esta temporada, Aquilani no ha conseguido convertirse en un titular indiscutible en su equipo. Pero los hinchas del Madrid le recordarán con amargura. A su paso por el Bernabéu, en Liga de Campeones, descabalgó al Madrid con un partido memorable (1-2).
Seguramente, Donadoni no resolverá su duda hasta última hora. El técnico, es un hombre de contradicciones. Como dijo ayer: "El fútbol está hecho para divertirse, pero para divertirse hace falta hacer las cosas bien. Con seriedad y con trabajo". Traducido, esto implica que Donadoni se siente tentado de poblar su centro del campo con sus futbolistas más agresivos y atléticos: Camoranesi, Ambrosini, Di Natale y Perrotta.
"Aquilani continúa trabajando", dijo, misterioso, el seleccionador; "yo siempre lo he considerado uno de los 23". El centrocampista, que íntimamente se siente un fenómeno, sin embargo, no esperará ser titular con demasiado fervor. Le puede la prudencia. Dicen que cuando jugaba en las categorías inferiores no se atrevía a pedir entradas para ir a ver al Roma. Las pagaba de su bolsillo. A diferencia de la mayoría de sus compañeros, su familia se lo podía permitir. Al día de hoy, su padre, empresario de éxito, gana más dinero que él. Un caso raro. Demasiado raro para Donadoni.
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