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Entrevista:Michael Ondaatje | LIBROS | Entrevista

"La literatura se ha quedado anticuada"

Andrea Aguilar

Michael Ondaatje es escueto y educado. A las ocho de la mañana se presenta en la recepción de un hotel modesto de Manhattan con una camisa bien planchada, de hilo azul y una afable sonrisa. Su rostro redondo, su poblada barba y los cabellos blancos le colocan, en la escala de parecidos, a medio camino entre Hemingway y Santa Claus. Clava sus ojos rasgados de un azul intenso para subrayar las frases que pronuncia con un suave deje británico.

Ondaatje nació en Sri Lanka en 1943. A los 11 años se trasladó a Inglaterra con su madre. En 1962 llegó a Canadá. Allí arrancó su carrera literaria y allí vive todavía después de haber publicado nueve libros de poesía, un par de obras de teatro y haber alcanzado fama mundial con novelas como La piel del león, El paciente inglés o El fantasma de Anil. Junto a su mujer, la escritora Linda Spalding, publica la revista literaria Brick. Escribe a diario de nueve y media a cuatro "sin salir a ningún sitio a comer". Y así, ocho años después de su última novela, Ondaatje regresa con una historia en la que vuelve a poner en práctica su estructura, casi onírica, de imágenes y personajes.

"No escribo con símbolos, ni con metáforas. Eso llega después, crecen de una forma natural a partir de la historia"

En la Costa Oeste, junto a la Marina de la ciudad de San Francisco nace la calle Divisadero. A Michael Ondaatje se le ocurrieron las primeras escenas de su nueva novela en California y decidió llevar esta palabra española al título. Por boca de uno de sus personajes el autor relaciona divisadero con divisar y también, erróneamente, con dividir. Es lo que los anglosajones llaman "falsos amigos", palabras y frases cuya traducción induce a error por culpa de "falsos parecidos". Da igual, lo cierto es que en esta novela Ondaatje mira de lejos las vidas de tres personajes unidos en la infancia y violentamente separados en la adolescencia. Una división central astilla sus vidas y destruye el paisaje de granja californiana con el que esta historia arranca. La novela, habitada en un principio por un muchacho tímido, dos hermanas cuya simbiosis hace complicado distinguirlas y un padre viudo, que sólo al caer la noche abraza a sus dos hijas en su regazo, se rompe en pedazos. Entonces, llegan las intensas partidas de póquer donde desalmados tahúres citan a Tolstói para distraer a los contrincantes y la historia viaja hasta la Gasconia francesa, descrita por Balzac, en la que Lucien Segura, un escritor olvidado, terminó sus días. Por las páginas de Divisadero desfila un amplio repertorio que incluye desde una heroinómana aspirante a estrella de rock hasta un gitano con tomillo en los bolsillos, que vive en un carromato y rasga una guitarra en medio de un bosque, cuya madre responde al nombre de Aria. "Me atraen aquellos que están fuera de la ley, la gente que está en los márgenes", confiesa Ondaatje.

PREGUNTA. ¿Juega al póquer?

RESPUESTA. Nunca he estado metido en el mundo de las apuestas, aunque sí he jugado. Pero me interesa el mundo del juego, ese estilo de vida. Fui a Tahoe para hablar con varios tahúres.

P. ¿Y qué descubrió?

R. Ellos sienten que tienen que estar a la altura del mito pero, a su modo, llevan una vida bastante ordenada, bastante "burguesa". Todos somos criaturas de costumbres. A ellos, simplemente, les encanta jugar.

P. ¿Cómo nació Divisadero?

R. El paisaje de la granja, las dos hermanas que están tan íntimamente unidas, tan entrelazadas, que es difícil diferenciarlas... Ése fue el principio y también la idea de las vidas hechas añicos.

P. La literatura y las reflexiones en torno a la escritura también desempeñan un papel importante en este libro.

R. El escritor, la figura de Lucien Segura, llegó a través del personaje de Anna (una de las hermanas). Con ella el arte entra a formar parte del juego, cuando ella tiene que hacer frente a sus problemas. Anna trata de solucionar su pasado y busca en este escritor su autorretrato.

P. ¿La escritura es siempre terapéutica?

R. No estoy seguro de que sane. Ayuda a ordenar. No soluciona las cosas pero las clarifica. La memoria impone un orden extraño; descubre una estructura oculta que no se atiene a las reglas convencionales.

P. ¿Es esto lo que intenta plasmar a través de las imágenes y viñetas con las que compone sus novelas?

R. Hoy día la literatura se ha quedado algo anticuada. El arte y la música contemporáneos son extraordinarios. Ahí se han desarrollado estructuras nuevas, otras líneas narrativas, otras formas de contar.

P. ¿Piensa que no ha sido así en la literatura?

R. La literatura se ha vuelto muy conservadora, sigue una estructura narrativa como de guión televisivo. Todo esto impregna de pereza a escritores y lectores.

P. ¿Pereza?

R. Creo que es importante que el lector participe y ponga de su parte, que se involucre en el trabajo del escritor. Hay que establecer una conexión que permita que se reconozcan en los ecos y las rimas.

P. En Divisadero recupera la peculiar estructura de sus novelas. ¿Cómo organiza sus historias?

R. Bueno, se trata de situar con cuidado las escenas como si estuvieras haciendo un collage y tuvieras que establecer conexiones potentes. Nuestras vidas no son cronológicas, física y mentalmente, nos regimos por otro orden.

P. ¿Ha cambiado su forma de escribir con el paso de los años?

R. No. En el primer borrador del libro voy descubriendo la historia a medida que avanzo. Luego, paso mucho tiempo reescribiendo, buscando la forma apropiada, descubriendo el estilo y la velocidad de la prosa. Cada libro necesita una forma distinta.

P. ¿Así surge el juego de espejos y reflejos?

R. No escribo con símbolos, ni con metáforas. Eso llega después, crecen de una forma natural a partir de la historia, pero nunca empiezo con ellos. El tablero de juego son 300 páginas. Te sientas con los personajes hasta que llega algo; visualizas. Pienso que las imágenes son importantes te colocas en una silla y piensas.

P. En las situaciones límite que atraviesan sus personajes aparecen descripciones de fuegos y canciones.

R. En un momento traumático no pensamos, nos distraemos con el sonido de la radio del coche o mirando un paisaje. No estamos necesariamente pensando en nosotros mismos, ni valorando la importancia de lo que nos está pasando. En los momentos críticos a menudo volcamos nuestros sentidos en el exterior.

P. Divisadero está lleno de citas y guiños a escritores. Aparecen Colette, Balzac y, sobre todo, Stendhal.

R. Es una manera de reconocer que no estamos suspendidos en el vacío, que hay una historia literaria y una tradición detrás. Lo que yo soy dicta lo que pienso sobre Stendhal. -

Traducción de José Luis López Muñoz. Alfaguara. Madrid, 2008. 312 páginas. 19,50 euros. Las obras completas de Billy el Niño. Traducción de Catalina Martínez Muñoz. Punto de Lectura. Madrid, 2008. 129 páginas. 7 euros. El paciente inglés. Traducción de Carlos Manzano. Punto de Lectura. Madrid, 2008. 357 páginas. 8,55 euros.

Michael Ondaatje. Divisadero.

El escritor estadounidense Michael Ondaatje, durante una visita a Madrid  en 2001.
El escritor estadounidense Michael Ondaatje, durante una visita a Madrid en 2001.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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