Timo a la reina Beatriz
Malversados 1,3 millones destinados a ayudas en África
El príncipe Claus, el difunto esposo de la reina Beatriz de los Países Bajos, tenía una ilusión: ayudar a crear la primera ópera de África, un continente que conocía bien. Cinco años después de su muerte el sueño se hizo realidad. La fundación que lleva su nombre, el Estado holandés y el teatro parisiense del Châtelet, lograron, en febrero de 2007, que se estrenase en Bamako (Malí) la primera ópera africana.
Al estreno asistió buena parte del Gobierno maliense y cuatro miembros de la familia real holandesa. Al europeo, en la Muziekgebouw de Ámsterdam, acudió nada menos que la reina Beatriz, quien manifestó su alegría al comprobar cómo se había puesto en práctica el anhelo de su esposo, fallecido hace seis años. Las entradas se agotaron en Ámsterdam y, poco después, ocurrió lo mismo en París.
La Ópera del Sahel fue compuesta e interpretada exclusivamente por artistas de siete países africanos bajo la dirección del senegalés Wasis Diop. Narra la historia de Bintou Wéré, una joven que fue niña-soldado. Ahora, embarazada, padece en su pueblo las mismas calamidades que azotan al continente (sequía, guerras, hambruna, etcétera) hasta que se pone al frente de un grupo de chavales decididos a emigrar a Europa.
A Europa se llega a través de Melilla y los cantantes aparecen en el escenario provistos con escaleras con las que saltar la triple verja. Camino a su objetivo se cruzan con otros emigrantes que regresan derrotados tras ser rechazados por Europa.
Si no logra entrar en la fortaleza española, Bintou Wéré desea, por lo menos, dar a luz en la misma verja porque cree, ingenuamente, que su hijo será así español. Los chavales que la acompañan compiten por reivindicar la paternidad convencidos de que así podrán obtener asilo en España.
Pero el sueño africano se estrella contra las alambradas de Melilla y también en los vericuetos de la corrupción que impera en el continente. Moussa Diarra, un periodista maliense, denunció ya en febrero que muchos artistas de su país que habían participado en el montaje de la obra no habían cobrado. "¿Dónde ha ido a parar el dinero?", preguntaba en sus artículos al entonces ministro de Cultura maliense, Cheick Oumar Sissoko, interlocutor de la Fundación Príncipe Claus.
La fundación también tenía dudas sobre el destino de los 1,3 millones de euros con los que, junto con el Estado holandés, financió la obra. Puso una denuncia y el miércoles pasado un juez instructor de Bamako imputó por malversación de fondos a Pape Scène, jefe de producción de la Ópera del Sahel, y a dos de sus colaboradores, Sirafing Sissoko y Alima Bâ. Los tres ingresaron en prisión ese mismo día.
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