"Facchetti tenía potra"
El mediapunta del Inter fue uno de los protagonistas de la final del Europeo de 1968, a la que Italia llegó gracias a una moneda
Hijo de futbolista y crecido en el Inter de Helenio Herrera, Sandro Mazzola (Turín, 65 años) fue uno de los protagonistas de la victoria de Italia en el Europeo de 1968. La azzurra llegó a la final por el lanzamiento de una moneda: no existía la tanda de penaltis tras la prórroga de semifinales contra Rusia.
Pregunta. Lo de la moneda parece una cosa de hace siglos, y fue hace 40 años...
Respuesta. Estábamos segurísimos de que saldría cara porque el capitán, Facchetti, tenía una potra inmensa. Siempre ganaba en todos los juegos y apuestas.
P. Facchetti fue quien comunicó el resultado al público. ¿Recuerda sus palabras?
R. No, porque fue caer la moneda y empezar el desfase... Italia llevaba 30 años sin ganar nada, sin alcanzar una final.
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P. ¿Qué cara se les quedó a los rusos?
R. De hundimiento. Habían jugado casi todo el partido con uno más [se había lesionado Rivera y no existían los cambios] y no consiguieron marcar.
P. Llega la final, contra Yugoslavia, otra prórroga y partido de desempate a los dos días. ¿Qué hicieron en esas 48 horas?
R. Yo entrenarme, era la única forma para desconectar y quitarme la presión.
P. No estuvo en la primera final porque jugó Rivera... ¿no podían jugar juntos?
R. Sólo en Italia pasa eso. Somos especialitos, nos gusta complicarnos la vida y nos encantan los dualismos: Mazzola-Rivera, Baggio-Del Piero, Del Piero-Totti... Yo recuerdo a un Brasil que jugaba con cinco números 10 y era un espectáculo y nosotros teníamos dos y hacíamos jugar a uno de vez en cuando.
P. ¿Rivera era tan antipático como decían todos?
R. En absoluto. Tenía una personalidad muy fuerte, eso sí, no aceptaba ciertas cosas y era de los pocos que lo decía en alto. Los demás se callaban y se quejaban a escondidas. Rivera y yo éramos distintos y fundamos el sindicato de futbolistas.
P. ¿Cómo vivían el dualismo?
R. No había peleas. Lo único es que él era el capitán del Milan y yo del Inter, así que no podíamos llevarnos muy bien. En esa época estaba mal visto incluso que alguien del Milan paseara con alguien del Inter. Un día salimos de un restaurante y todos los interistas que me veían me gritaban '¿pero tú qué haces con éste?'. Hoy es otro mundo.
P. Valcareggi, el seleccionador, ¿tenía algo en común con Herrera?
R. Nada. Helenio era un tipo muy volcánico, un innovador, uno al que le gustaba inventar siempre cosas nuevas. Valcareggi era muy reflexivo.
P. Herrera fue el que creyó en usted cuando estaba en el segundo equipo.
R. Me hizo subir muy pronto. Jugaba de centrocampista y él quería que fuera trescuartista o mediapunta. Yo no me veía capaz y se lo dije. Dejó de convocarme y si no es por Angelo Moratti [el presidente] me habría cedido. Cuando Herrera volvió a convocarme me dijo: 'le esperan partidos duros en los que puede que le partan las piernas, ¿está preparado?'. No volví a salir del once.
P. Su padre murió en el accidente de Superga cuando usted tenía siete años. ¿Había decidido ya ser futbolista?
R. Era la mascota del Turín. Desde pequeñito mi padre me llevaba al campo envuelto en una bufanda. Jugaba con sus compañeros en los entrenamientos y él siempre me dijo que sería un gran futbolista. Con 14 años pensé dejarlo y empecé con el baloncesto, pero un día en un entrenamiento le hice un caño a un compañero. Me echaron... Es que en el fondo tenía mentalidad de futbolista.
P. Volviendo al 68, ¿por qué Italia no ha repetido título?
R. A veces es relajamiento, otras depende de las demás selecciones, que tienen ganas de revancha.
P. Aquel año George Best fue elegido mejor jugador europeo. ¿Hay un nuevo Best?
R. Era un genio que inventaba fútbol. Messi se le parece.
P. ¿El rival más duro?
R. Brasil, siempre. Y especialmente en México 70. No sólo estaba Pelé. Jairzinho y Clodoaldo eran espectaculares.
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