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Reportaje:

Qué significa ver y otras ilusiones de la percepción

Medialab expone obras de diez artistas creadas durante un taller interactivo

Javier Sampedro

El artista Jordi Puig tuvo una idea brillante: el espectador se sienta ante un espejo mágico y ve su rostro cubierto por una máscara fantasmagórica, que no se separa de él por mucho que se mueva. Bien, pero ¿cómo se hace eso? Hace falta un espejo semitransparente -como en las rondas de reconocimiento de la policía-, una cámara detrás del espejo, un software de reconocimiento facial, un dispositivo móvil que proyecte la máscara sobre el espejo. Demasiado para un artista solitario.

Interactivos?08: juegos de la visión es una novedosa combinación de taller, seminario y exposición dedicada a materializar ideas como la de Jordi Puig. Los organizadores, del Medialab Prado, recibieron 98 proyectos de todo el mundo y seleccionaron 10 para su construcción.

Hay que subirse a un columpio para ver la obra 'Pánico escénico'
Es asombroso lo que los participantes han materializado en sólo dos semanas

Durante las últimas dos semanas, los 10 artistas han contado con 52 colaboradores que les han aportado sus conocimientos de electrónica, programación, robótica, diseño y construcción, para convertir en realidad sus ideas. Las 10 instalaciones resultantes se pueden visitar desde hoy en el taller del Medialab (plaza de las Letras, junto al CosmoCaixa del paseo del Prado). El taller se repetirá en los próximos meses en Nueva York, México y Lima.

"El formato está inspirado en los foros de Internet, donde una persona plantea un problema y recibe ayuda de cualquier usuario del mundo que conozca el asunto", explica el programador de Interactivos?08, Marcos García. "También tiene una relación conceptual con la Wikipedia [la enciclopedia libre, www.wikipedia.org/], donde los usuarios aportan información y una actividad de edición continua".

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Las 10 obras son juegos de la visión, novedosas ilusiones ópticas "a medio camino entre la instalación, el artefacto y la obra de arte", como explica Alexander Narváez, uno de los mediadores culturales que acompañarán a los visitantes en su recorrido por la exposición. Todas las instalaciones son interactivas y requieren la colaboración activa del visitante. Las explicaciones de Narváez y sus colegas son muy útiles para apreciarlas a fondo.

El taller ha sido dirigido por los artistas Álvaro Cassinelli, uruguayo afincado en Japón, y Simone Jones, canadiense. "¿Qué significa ver?", se preguntan los organizadores. "¿Cómo funciona nuestra visión? ¿Cómo se relaciona la vista con el resto de los sentidos? ¿Cuáles son los significados de las imágenes y los umbrales de la percepción en el mundo contemporáneo?".

Resulta asombroso lo que los participantes han logrado materializar en sólo dos semanas, partiendo de meras ideas como la del espejo mágico de Jordi Puig: su resultado se llama Mask (Máscara). Tal y como había imaginado el artista, el visitante puede sentarse desde hoy delante de un espejo y ver cómo su cara queda cubierta de inmediato por una misteriosa máscara, oscilante y nubosa, que no le abandona por más que mueva la cabeza en cualquier dirección. "Tiene algo del espejo de Dorian Gray", dice Narváez en referencia a la única novela de Oscar Wilde. Y algo tiene, en efecto.

Para ver la obra Stage fright (Pánico escénico), de la norteamericana Nova Jiang, el espectador tiene que subirse a un columpio y balancearse con ganas. Enfrente de él, una proyección le puede mostrar una variedad de paisajes -una calle de Madrid, un precipicio, una nave- que se irán moviendo en exacta sincronía con el movimiento del columpio: al impulsarse hacia delante se ve el cielo, al retroceder se come uno los adoquines. Es como columpiarse realmente en esos escenarios virtuales.

Immodesty, de la también estadounidense Karolina Sobecka, es una reconstrucción artística de la técnica cinematográfica conocida como time slices (lonchas de tiempo), el efecto especial más llamativo de la película Matrix. Un total de 20 cámaras digitales de las baratas, conectadas por un programa informático y distribuidas en un arco alrededor del espectador, se utilizan para congelar un instante de la realidad y rodearlo desde todos los ángulos. "Es un experimento con la división y reconstrucción del movimiento en el tiempo y el espacio", dice Narváez. "La artista solicitó un proyecto con 40 cámaras, y se las tuvimos que recortar a 20. En Matrix llegaron a utilizar 140 cámaras, pero el principio es el mismo".

El artista francés Philippe Chatelain había concebido una serie de "ambientes gráficos", unas paredes decoradas con patrones geométricos obsesivos, y se le ocurrió que esos dibujos "podían ser vistos como un sistema de codificación de información, al que se podía integrar la noción de tiempo para leerlos". Ése es el proyecto que presentó, y el resultado es un rayo láser (modificado para que proyecte una línea en vez de un punto) que barre la pared en ángulos cambiantes, como si leyera un código de barras de dos dimensiones, y traduce los patrones geométricos en sonidos. El espectador puede interrumpir el haz de láser y modificar de infinitas formas la composición resultante.

La muestra se completa con un robot alimentado por placas solares que dibuja espirales de arena, un rotoscopio para hacer dibujos animados sobre un vídeo de personas reales, un videojuego donde el visitante se ve a sí mismo en una escalera que parece la de entrada al taller (pero que no lo es), una esfera que transforma tu ojo en el ojo compuesto de un insecto y un precioso aumentoscopio del siglo XVIII.

Para hacer en casa

La instalación Biophionitos, de los artistas Paola Guimerans, Horacio González e Ígor González, no sólo sirve para ser vista, sino también para estimular a los niños a que la reproduzcan en casa. Consiste en hacer una secuencia de 16 dibujos dispuestos alrededor de un círculo de papel. El círculo se mete en una cámara (zootropo) hecha de cartón o madera, con un espejo y una rueda giratoria: al mirar por un agujero y girar la rueda, el dibujo cobra vida.

Los autores han creado una página web (www.biophionitos.net) donde los niños, y quizá incluso sus padres, pueden utilizar unos programas especiales para generar los discos y construir su propio zootropo.

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