Insomnio
Uno de cada diez españoles sufre insomnio crónico. Eso dice la Sociedad Española del Sueño. Si el dato es cierto, unos dos millones de personas duermen poco, duermen mal o no duermen. Toda esa gente, sometida hasta ahora a un régimen televisivo deprimente, compuesto de teletienda, reposiciones y anuncios eróticos, constituye una interesante clientela potencial. A alguien tenía que ocurrírsele ir a por ella. Los primeros en ver la luz han sido los de Cuatro. Y, claramente, van a por todas.
Los insomnes españoles están de enhorabuena. La campaña de Cuatro para captar a quienes no duermen comenzó la semana pasada con Californication, una serie ácida, transgresora y divertida que se emite de madrugada, y prosigue hoy, o más bien mañana, con el estreno de la segunda temporada de Weeds. Una serie que, por lo que dicen (aún no la he visto), es ácida, transgresora y divertida.
No seré yo quien critique la iniciativa. Estoy muy a favor de los insomnes. Creo que la sociedad tiene el deber de aligerar sus noches interminables, y dedico desde aquí un encendido elogio a Cuatro (sus propietarios son mis propietarios, ya me entienden) por mostrar una especial sensibilidad hacia quienes se ven privados, parcial o totalmente, del descanso nocturno. Los que duermen tienen otras opciones durante el día, y pueden arreglárselas. Además, Cuatro ya les ofrece la Eurocopa, con los goles de Villa y la fotogenia de Luis Aragonés. ¿Qué más quieren?
Me permito, sin embargo, insinuar la posibilidad de que, en nombre de una discriminación necesaria y bienintencionada, pueda sufrir un perjuicio el resto de la sociedad, ese 90% que no sufre insomnio y madruga cada mañana. ¿De verdad no se podría hacer un arreglo? ¿No se podría emitir esas series estupendas a medianoche, la hora fronteriza entre los que duermen y los que no? O aún mejor, y dejemos tranquilos a los insomnes: ¿no podría Cuatro tener un poco de cordura y no relegar esas series a la clandestinidad?