No a la ambigüedad
Que las cosas queden bien claras: soy hincha de los bleus, y lo seré más que nunca el martes 17 de junio [hoy], en el momento en que el equipo de Francia se enfrente a Italia. Me gustaría que no hubiera ningún equívoco a este respecto, cuando mi nombre se insinúa, por aquí y por allá, para suceder a Raymond Domenech, en la hipótesis de que éste sea destituido. No estoy esperando que se vaya a pique. Desde que cogí un año sabático, mi nombre circula por todas partes con asiduidad. No oculto que, efectivamente, me gustaría volver pronto al banquillo como entrenador. Y sería para mí un gran orgullo llegar a ser seleccionador de Francia algún día. Pero esta cuestión no ha lugar en vísperas de un partido tan importante como el que espera a los bleus.
A propósito de este partido, oigo también hablar mucho de una posible remodelación de la defensa francesa. Creo que, antes de cualquier idea de reorganización, la primera cuestión que hay que plantearse es el estado de forma de los jugadores. Para algunos, serían tres partidos en doce días. ¿Cómo se han recuperado? ¿Cuál es su nivel físico? Este parámetro es fundamental. Tomemos el caso de Lilian Thuram, que algunos querrían eliminar del once inicial, al igual que a Willy Sagnol. Si es apto para jugar y se ha recuperado bien, Thuram podrá tener su sitio, tanto más si se tiene en cuenta que su adversario, Luca Toni, es un jugador de apoyo que busca poco la profundidad, al contrario que los atacantes holandeses, cuya velocidad hizo tanto daño a los bleus.
En segundo lugar, sería bastante arriesgado cambiar un excesivo número de defensores ante un adversario tan prestigioso: Italia está lejos de ser un equipo de timoratos. Cuando se sabe la importancia de los automatismos en el fútbol, no es factible alinear a cuatro defensas que nunca han jugado unos junto a otros. Por otra parte, este concepto de los automatismos estará en el núcleo del otro partido, entre Holanda y Rumania. Como ya se han clasificado, los holandeses van a presentar un equipo compuesto de suplentes, los cuales, por definición, no están habituados a jugar juntos. Sin lugar a dudas, su cohesión y su posible falta de ritmo tendrán impacto en este encuentro.
Didier Deschamps fue capitán de la Francia campeona del mundo en 1998 y de Europa en 2000.
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