Mucho más que dos partidos
La jornada prueba la honradez holandesa y la caducidad de Francia e Italia, y decide el rival español
Hay citas con tanto vuelo que esconden misterios trinitarios. Es el caso de la jornada de hoy, en la que se dirimen tres cuestiones de extraordinaria relevancia: la honradez de la hedonista Holanda, la caducidad de Francia o Italia (o de los dos) y con quién se jugará España los cuartos en Viena el próximo domingo.
En buena medida, Holanda tiene la clave de todo. Una conjura interna, con el equipo ya clasificado como primero de grupo, podría laminar a dos adversarios con colmillo. Una derrota interiorizada ante Rumania le evitaría un posible cruce en las semifinales con los finalistas del Mundial 2006, siempre un enredo si avanzan en el torneo. Si a los secundarios de Van Basten, que no tiene por qué sobrecargar a sus titulares, les da un ataque de modorra, no sólo habrá romería rumana. En ese caso, España quizá también brinde por haberse librado de sus fantasmas con franceses e italianos. Pero puede encontrarse con una mina-trampa: un patinazo ante Francia o Italia multiplicaría el crónico pesimismo español; una despedida ante Rumania resultaría injustificable a ojos de la hinchada y, de nuevo, aflorarían las peores miserias.
Holanda: fútbol total |
La Francia caduca |
Italia siempre cuenta... |
Pese a los desvelos de Francia e Italia, nada hace prever un guiño de Holanda a Rumania. En un país en el que la cuarta parte de la población confiesa seguir de forma puntual a su equipo, crearía un incendio. Estos días, el Instituto Maurice D'Hond ha difundido una encuesta según la cual el 90% de los holandeses estaría en contra de dejarse ganar y sólo a un 8% no le importaría. Ante su partido más distendido, Van Basten se ha visto sometido a un asedio transfronterizo, desde el que subliminalmente le reclaman juego limpio sin que él haya dado motivo alguno para la sospecha. Hasta Arrigo Sacchi, su ex técnico en el Milan, le ha mandado un mensaje: "Esperemos, querido Marco, darte las gracias no sólo por el fútbol tan bonito que nos está mostrando tu equipo, sino también por el favor que podrías hacerle a tu viejo compañero Roberto y a todos tus admiradores italianos. Con estima, admiración y amistad, Arrigo". Así, con esta posdata, cerraba estos días un comentario periodístico el gurú de aquel Milan de Marco van Basten y Roberto Donadoni.
El otro gran padrino del holandés, Johan Cruyff, también ha intervenido. En una colaboración periodística recuerda que, "cuando hay un ritmo de victorias y buen juego, conviene no perderlo" y matiza que para los posibles rivales de Holanda "sería más inquietante saber que hay un equipo que ha ganado los tres partidos".
Desde Francia, el otro país implicado, su ulceroso seleccionador, Raymond Domenech, hace días que atizó la hoguera al deslizar que no se fía de los holandeses. Tampoco debe de tener mucha fe en sí mismo, puesto que hoy volverá a cambiar la partitura por tercera vez, al igual que el propio Donadoni. Ninguno ha dado con la tecla. Ése es su problema, no Holanda.
El último equipo afectado, Rumania, tiene argumentos para sentirse injustamente minusvalorado, como si fuera un simple telonero. Entre tanto escepticismo, unos y otros, franceses e italianos, se han olvidado de una selección a la que no pudieron vencer, un equipo con el que tampoco pudo una Holanda bajo presión en las eliminatorias previas (empate, 0-0, en Rotterdam y derrota, 1-0, en Bucarest). Si entonces no hicieron diana los holandeses, en esta Eurocopa, tras haberse medido con dos cuadros con tanta púrpura, sólo Panucci ha vencido su resistencia. Rumania no es un equipo muy cosmético, pero no pierde el hilo con facilidad.
No hay pistas para destapar supuestas e infundadas cloacas por mucho que hoy les sirva de coartada a Francia o Italia. O quién sabe si a los dos, hervideros en su día de Bernard Tapie y Luciano Moggi.
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