El invento
Claro que Leonardo da Vinci fue un tipo excepcional. Genial hasta la locura, su imaginación se desbordaba en todos los mundos del conocimiento. Por ejemplo, los inventos. De él se conservan dibujos de hélices, de grúas, de ametralladoras, de barcos, de trajes de buzo. En el pequeño y empinado pueblo de Vinci, de donde era oriundo Leonardo, existe un precioso museo con dibujos y maquetas que aún hoy sobrecogen por su fantasía poética y su rigor científico.
A nadie se le ha ocurrido, con toda la admiración que guarda la humanidad hacia el genio, construir en serio el ornitóptero, uno de los inventos que pergeñó su incansable labor creativa. Era aquel artilugio una máquina voladora basada en las alas de los pájaros. Nunca voló, por supuesto, y nunca volará. ¿Quita genialidad tal fiasco a Leonardo? Ni un ápice. El aparato se ha quedado como una más de las máquinas imposibles de una mente extraordinaria. Es, sin más, un invento que no funciona.
Así que todos los admiradores de Leonardo, y son legión en el mundo entero, prefieren admirar al genio del dibujo y la inventiva, antes que censurar al fabricante de un fallido aparato volador. Bien está el ornitóptero en el papel, pero ni se nos ocurra trasladarlo al mundo real. Mejor será que permanezca en el mundo de la entelequia, que se mantenga como un bellísimo sueño. Que no se materialice, que nadie trate de que el espléndido artilugio funcione para su utilización en línea de bajo coste.
E l Ministerio de Igualdad y su joven titular, Bibiana Aído, han vivido estos últimos días en sus carnes lo difícil que es fabricar el ornitóptero. El departamento fue una magnífica idea propagandística, de esas que tanto gustan al presidente José Luis Rodríguez Zapatero y su entorno. Una ocurrencia inteligente, que además sirvió para colar de rondón a la ministra más joven de la democracia. Pero, por favor, quédese ahí, como el ornitóptero. Se intenta trasladar a la realidad y nos encontramos haciendo la competencia al teléfono de la esperanza o llamando miembras a unas respetables señorías.
En el papel. Mejor en el papel.
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