Y ahora, a por el Tour

Hace 11 años, en 1997, Abraham Olano se cayó y perdió en la última etapa la Dauphiné Libéré, que tenía casi en el bolsillo. No sólo eso, un mes después, el Tour, al que acudía con ánimos, se convirtió en un tormento sólo aliviado con su victoria en la última contrarreloj. Ayer, en una etapa similar a la que marcó la carrera de Olano, Alejandro Valverde superó sin problemas la prueba y a la hora del café subió al podio en Grenoble para recibir el maillot amarillo de ganador final. Después habló. Del Tour, claro. Con optimismo, por supuesto. "Lo llevo probando toda la temporada y lo he vuelto a probar ahora: soy uno de los candidatos a la victoria del Tour. O por lo menos al podio", dijo el murciano, de 28 años, que en marzo había ganado la Vuelta a Murcia y en abril las clásicas París-Camembert y Lieja-Bastogne-Lieja.

De que no va de farol podrá dar fe mejor que nadie Cadel Evans, quien, dado que terminó segundo el pasado Tour, y dado que el ganador, Alberto Contador, no estará el 5 de julio en Brest, se siente heredero natural al trono. Pero el australiano, quien se queja de que una mala sesión de túnel de viento, una mala postura, le provocó una lesión en la rodilla, sufrió la ley de Valverde en todos los terrenos, incluido, para estupor propio, el de la contrarreloj. "He ganado como Indurain", pudo concluir, ya lanzado, Valverde, quien ha heredado el equipo del navarro y sueña con convertirse en el siguiente español que después de él gane la Dauphiné y el Tour el mismo año. "He sacado ventaja en la contrarreloj y la he defendido en la montaña".

Tan favorable a las características de Valverde se presenta la primera semana del Tour -un repecho en la meta del primer día, una contrarreloj de sólo 29 kilómetros el cuarto, un final en un puerto de segunda el sexto- que en su equipo, el Caisse d'Épargne, ya empiezan a calcular cómo serán capaces de defenderse en Pirineos y Alpes.