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Llegó el momento. Es hora de actuar y de centrar, de una vez para siempre, al Partido Popular. A esa tarea se va a entregar en cuerpo y alma Javier Arenas y, ahora, más que nunca. Se trata de imprimir el giro necesario al partido para pescar en otros caladeros que hasta el momento les son prohibidos por su excesiva adscripción a la derecha política de este país por su dependencia, en fin, de los sectores más conservadores. Ése va a ser uno de los objetivos de su trabajo en el XVI Congreso Nacional del PP que se celebra, esta semana, en Valencia. A la cita acuden los populares andaluces engrosando la delegación más numerosa y, por tanto, la más influyente, al menos, sobre el papel. Y eso debe traducirse no sólo en la aportación ideológica que se ha de materializar en la correspondiente ponencia política si no, además, en una adecuada visualización de su poder específico situando a algunos de sus más destacados elementos en los puestos de mando del partido. Ya se sabe que Arenas renuncia a ser el secretario general. Al menos así lo ha asegurado por activa y por pasiva.

No obstante, su disposición a colaborar en esta nueva etapa con Mariano Rajoy es total por lo que está por determinar de qué manera se asegura su continuidad en los puestos de dirección del partido, zona acomodada a la que deben llegar otros dirigentes andaluces. En su día se especuló con la posibilidad de promocionar a su mano derecha, Antonio Sanz, pero el joven político gaditano ha escapado siempre hábilmente de los planes que otros hacen sobre su futuro sin tener en cuenta sus propias predilecciones. Es más, todo hace indicar que Arenas no va a prescindir de él aquí en Andalucía en ésta su etapa más decisiva. Necesita de sus servicios más que nunca si es que quiere culminar esta nueva etapa con cierta garantía de éxito. Y esa seguridad no se la da, desde luego, una agresiva y fuera de todo control, Esperanza Oña, alcaldesa de Fuengirola, quien, con el paso del tiempo, se ha visto alarmantemente postergada en su labor como portavoz del grupo parlamentario, cargo que le viene manifiestamente ancho. Así que es de esperar, eso sí, que el de Olvera vuelva a tener un protagonismo destacado en el cónclave valenciano que empleará, en todo caso, como catapulta para lanzar al PP andaluz hacia territorios más templados y menos radicales. Un partido con la cara amable más que nunca para eliminar las suspicacias y reticencias que aún genera en muchas capas de la sociedad andaluza.