Lo inesperado
Sucedió a medio concierto. Alguien de entre las primeras filas del teatro Albéniz sugirió con un hilo de voz: 730 días. Y el hombre de negro que presidía el escenario, erigido en su único habitante, arqueó levemente las cejas, esbozó una sonrisa y se sinceró: "Ésa fue de las primeras canciones que escribí en España. Gracias por pedírmela, tengo muchas ganas de tocarla". Así se desatan los acontecimientos en estos nuevos conciertos de Jorge Drexler, bajo el sugerente título de Cara B. El uruguayo se conjura para apresar lo inesperado, exprimir la emoción de la fugacidad, propiciar el instante irrepetible.
Ocurren cosas previstas (como la maravillosa ambientación tenebrista para El pianista del gueto de Varsovia), pero otras muchas que no lo son. Por eso al cantante se le puede escapar la risa (Deseo), entablar diálogo con algún espectador demasiado efusivo o asumir que no logra recordar alguna de las peticiones espontáneas del público, como Camino a La Paloma.
JORGE DREXLER
Jorge Drexler (voz, guitarras), Matías Cella (programaciones), Carlos 'Campi' Campón (programaciones, theremín, serrucho).
Teatro Albéniz, VIII Madrid EnCanto.
12 de junio. Casi lleno (800 espectadores).
Se trata de un planteamiento arriesgado, exigente para quien escucha. Hubo un leve goteo de deserciones a lo largo de la velada, oyentes acaso desconcertados por la crudeza de un concierto que es un desnudo casi integral: Drexler, de corbata, traje negro y zapatillas Converse, sólo se rodea de efectos electrónicos, algunos sonidos pregrabados y un arsenal de pedales que acciona en escorzo permanente. Pero el formato le permite mostrarse mucho más locuaz que de costumbre, lo que siempre se agradece en un orador nacido junto al Río de la Plata. Y el público goza de permanente licencia para cantar, algo que resulta más atractivo en la liturgia del directo que en la plasmación discográfica de este experimento.
En resumen, el repertorio propio es impredecible, y a ello se le suman las siempre curiosias incursiones en el ajeno: Leonard Cohen, Kiko Veneno, Javier Ruibal, Luigi Tenco. La excitación del momento mágico, del episodio ajeno a cualquier guión, constituye un aliciente irresistible para el aficionado curioso. Esta noche habrá más y será, seguro, distinto.
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