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El 35% de los que sufren infarto mueren camino del hospital

Los cardiólogos reclaman una mejor planificación

Ana Pantaleoni

El 35% de los catalanes que sufren un infarto agudo de miocardio no llegan a tiempo al hospital y mueren en el camino. El motivo principal: el enfermo tarda demasiado en identificar que lo que le pasa es grave y que debe llamar a un médico. A esto hay que sumar que la ambulancia tarda de media unos 15 minutos, pero el traslado al centro hospitalario requiere de más tiempo. Y no siempre está claro qué hospital y qué tratamiento son necesarios.

Éste es uno de los datos del registro Iamcat-III (Infarto Agudo de Miocardio en Cataluña) presentado ayer durante el XX Congreso de la Sociedad Catalana de Cardiología.

Unos 12.000 catalanes sufren cada año un infarto agudo de miocardio. El documento hace especial hincapié en la importancia de mejorar el transporte a un hospital donde se pueda dar el mejor tratamiento posible. "Donde estamos fallando es en el transporte entre hospitales", denunció ayer Xavier Bosch, presidente de la Sociedad Catalana de Cardiología. "Es necesaria una mejor planificación. A menudo, se lleva al enfermo a un centro sanitario donde no se puede hacer nada por él. Además, en estos momentos las decisiones las toman muchas personas", añade.

Bosch asegura que la angioplastia primaria -que permite desobstruir la arteria del corazón tapada por un coágulo mediante un catéter- es el mejor tratamiento, aunque no el único. De hecho, sólo cinco hospitales disponen de servicio de angioplastia las 24 horas del día. "Es necesario un protocolo muy claro", reclama Bosch.

El Departamento de Salud reconoce que hay que mejorar la organización. "El problema es que desde casa estamos a 40 minutos del hospital. Necesitamos un protocolo en el que nadie tenga que pensar adónde va. El propio Sistema de Emergencias Médicas reconoce que a veces cuesta encontrar una cama para estos enfermos", explica Ricard Tresserras, subdirector de Planificación Sanitaria.

De momento, Salud está trabajando en un programa piloto en Lleida que consiste en que todas las ambulancias puedan enviar el electrocardiograma al hospital. El objetivo es que el médico de la ambulancia y el del centro puedan decidir conjuntamente si le ponen tratamiento farmacológico en el vehículo o le implantan un catéter. Si se opta por la segunda vía, el paciente es trasladado directamente al quirófano sin pasar por urgencias. La generalización del protocolo permitirá al paciente ganar tiempo.

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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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