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Reportaje:Signos

La gorra de jornalero de Mintz

Las fotos y textos del antropólogo sobre la Andalucía de los sesenta se editan en español

Jerome R. Mintz conoció Andalucía enfundándose en la gorra de jornalero. El antropólogo estadounidense llegó a España en 1960 para recopilar historias de religión y posguerra. Encontró así Benalup, un pueblo gaditano entonces de aspecto polvoriento y abandonado con vecinos de intenso pasado. Llegó para quedarse. Entró en sus casas, comió con ellos, les acompañó al campo, se divirtió en sus fiestas. Así grabó hasta seis películas y escribió varios libros, entre ellos, Las coplas de carnaval y la sociedad gaditana. Ahora este estudio sobre la sexualidad y creatividad en Andalucía ve la luz por primera vez en español y acompañado por decenas de imágenes con las que el investigador inmortalizó a unas gentes a las que pesaba su propia memoria.

Mintz permaneció en Benalup para conocer las vidas de sus habitantes
El estudio analiza el carácter sexual de las letras del carnaval

La asociación Brezo y Castañuela de Benalup, promovida por dos historiadores locales, se ha encargado de esta singular edición. Habían tomado contacto con la familia de Mintz en un anterior trabajo sobre los sucesos de Casas Viejas ocurridos en 1933 en esta localidad. Se trató de un levantamiento anarquista que se saldó con varias muertes tras la represión promovida por el Gobierno de la II República. El antropólogo estadounidense fue uno de los muchos que acudieron al municipio siguiendo la trágica huella de aquellos hechos pero, a diferencia de otros, Mintz permaneció en el pueblo para conocer a fondo sus calles, sus casas y las vidas de sus habitantes. "Fue un cazador cazado. Vino en busca de historias y quedó atrapado en Benalup", explica el profesor Salustiano Gutiérrez, uno de los responsables de la publicación.

Cuenta Isabel Mintz, su esposa, en el prólogo del libro que su marido acudió a Benalup para descubrir lo que la gente, especialmente los supervivientes de más edad, pensaban de lo que ocurrió en 1933. "No era un sitio acogedor para quedarse pero Jerry no quería irse hasta hablar con algunos de los ancianos que habían sido políticamente activos en la década de los treinta", escribe. "Como hijo de la depresión americana, Jerry simpatizaba fuertemente con los pobres indefensos". Su aproximación a aquellos campesinos y su lucha le llevó a abandonar su motivo original y a emprender un estudio de sus vidas e ideales sociales. Así se interesó por sus fiestas, por el carnaval. "Era un símbolo del espíritu libertario de esta sociedad que estaba conociendo", explica Gutiérrez.

Este estudio fue publicado en Oxford por la editorial Berg en 1997, el año de la muerte del antropólogo, bajo el título Carnival Song and Society: Gossip, Sexuality and Creativity in Andalucia (Coplas de carnaval y sociedad: Crítica, Sexualiad y Creatividad en Andalucía). La traducción la ha realizado el profesor de español Enrique Torner Montoya, quien se había encargado de su otra obra Los anarquistas de Casas Viejas. "Fue su deseo antes de fallecer", detalla el traductor. Salustiano Gutiérrez y José González, miembros de Brezo y Castañuela, han creado esta asociación para ver cumplir el deseo de Mintz de publicar en español este trabajo. "Es un libro controvertido por la imagen que ofrece de España". Mintz retrató la Andalucía campesina, la que espantaba sus temores mediante la diversión del carnaval, pero también la que sufría la represión de los terratenientes o de la Guardia Civil.

El antropólogo repasa pormenorizadamente el contenido de las letras de pasodobles y cuplés con ejemplos concretos como las coplas de la murga Los Llorones. "Sus estrofas más críticas hablan del trabajo y de la tierra", destaca en su libro. "Se quejaban de las lamentables circunstancias de la vida diaria y atacaban a los individuos explotadores". También analiza la influencia de la censura y la represión franquista. "El gobierno y sus líderes eran inmunes a los ataques verbales directos".

En su repaso, Mintz recuerda las letras de carnaval que evocaron en los años treinta los sucesos de Casas Viejas. "La copla identifica algunas de las víctimas y a aquellos del gobierno acusados del crimen", describe. Y rescata algunos de estos versos. "Y los culpables de aquello salen / paseándose por el pueblo / dándose mucho porte / y alegrándose de aquello / del año 1933", cantaban entonces.

El antropólogo indaga en el carnaval rural, el que también vivía con rivalidad el concurso de agrupaciones, y entrevista a los autores, como Esteban Moreno, al que bautiza como el poeta zapatero. "Mintz conocía y fotografiaba a sus protagonistas porque se ganaba su confianza durante horas y horas de conversación. Se involucró mucho hasta llevarse la gorra de jornalero a Estados Unidos e impartir así sus clases", recuerda Salustiano Gutiérrez.

Su estudio profundiza en el carácter sexual de las letras, en la autoría masculina y la exclusión femenina de la fiesta. Lo cómico y lo erótico se mezclaban. "No hay casi nada sagrado para los autores de carnaval", escribe Mintz. El antropólogo buscó también en la fiesta urbana de la capital. Conoció su desorden organizado. "El carnaval no es un caos desatado que no conoce límites. Tiene lazos con la sociedad en que se celebra". También cuestionó la autocensura que se traducía en tabúes que recogían las letras de protesta. Dedica un especial capítulo al carnaval callejero con nombres como Paco Rasado, para los que esta fiesta "es un modo de vida".

El historiador concluye que el carnaval se parece a un periódico "en su verbo, en su espíritu, en su ritmo y en su variedad de temas". Lo escribió ya en Estados Unidos con la libertad del que se sabía que iba a ser leído una vez ya estaba fuera pero con el compromiso de haberse puesto la gorra de jornalero para conocer de primera mano el germen de la creatividad gaditana.

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