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Entrevista:ALAIN TOURAINE | Sociólogo

"En política es preferible evitar las respuestas del tipo 'sí' o 'no"

El final de la entrevista transcurre mientras el sociólogo busca una corbata a su gusto en una tienda cercana al Palacio Euskalduna, donde minutos después daría la conferencia inaugural del tercer Congreso Internacional sobre Derechos Humanos, centrado este año en la gestión democrática de la diversidad cultural y nacional. "Déme una discreta, por favor", pide a la dependienta señalando una de color rojo. Alain Touraine, una de las voces más respetadas en Francia, explica que vivimos en la época del matiz, en la que las soluciones

pasan por "combinar cosas que parecen opuestas de la mejor manera posible".

Y recuerda: "En política hay que evitar las respuestas del tipo sí o no".

Pregunta. ¿Qué diferencia percibe usted entre llamarle crisis a una crisis o nombrarla simplemente desaceleración?

"Tal vez dentro de 30 años los europeos emigren a la India"
"Un referéndum no implica que se tome una decisión en ese sentido"
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Respuesta. Desaceleración es una palabra muy mala, muy vaga. Deja entender que el mismo proceso sigue, pero a una velocidad inferior. Estamos inmersos en una crisis mundial básicamente porque hay enormes transformaciones. El centro de la vida económica del planeta se está desplazando al Este, hacia Asia. ¿Qué va a pasar con el europeo que gana más dinero y que trabaja menos que la mayoría del mundo? No es sencillo dar una respuesta. Los europeos fueron los reyes del mundo, pero eso se acabó. Dentro de 30 años, tal vez los franceses o los españoles emigren a la India a buscar trabajo.

P. Vaya panorama.

R. Lo que me preocupa es que estamos perdiendo la capacidad para pensar los cambios. Nos encontramos sin ideas. No hay ideas en Italia, no hay ideas en Francia, tal vez hay ideas en España, aunque sea unas pocas. Se prefiere escuchar a un filósofo decir que entre Platón y Aristóteles hay una diferencia enorme, porque eso no tiene ninguna consecuencia. No es casualidad que las ciencias sociales tengan un papel muy limitado precisamente, porque piensan la sociedad y esta no quiere ser pensada.

P. ¿Siente usted que estamos desorientados con el modelo de sociedad planteado?

R. Creo que no. Solemos definir nuestra era con una definición técnica del tipo sociedad de la información, pero no creo que eso sea lo más importante. Lo que me parece relativamente nuevo es que estuvimos acostumbrados durante siglos a juzgar las cosas en términos de blanco o negro. Dios decía: 'Esto está bien o mal', o la historia decía qué era progreso o retroceso. Siempre había un criterio exterior a la razón. Ahora nos hemos dado cuenta de que el progreso es bueno y malo a la vez. Nuestro camino no consiste ya en decir que hay que tomar el buen camino, sino que hay que combinar cosas que parecen opuestas de la mejor manera posible.

P. ¿Por ejemplo?

R. En un estudio en Italia de hace unos años, un investigador pregunta a un grupo de mujeres jóvenes: '¿Qué es más importante para usted, la vida profesional o familiar?' Las mujeres respondieron todas que querían las dos cosas. La cuestión reside en cómo combinar los factores, teniendo en cuenta que no existe la solución perfecta. No hay que escoger entre capitalismo y socialismo, eso no significa nada. De lo que se trata es de combinar la acumulación necesaria de riqueza con la redistribución adecuada.

P. ¿Qué opina usted de la consulta planteada por el lehendakari Ibarretxe?

R. Un referéndum no es una ley, es una consulta, su resultado no implica que se tome después una decisión en el mismo sentido. Desde el punto de vista de la filosofía política, a pesar de lo que dice la Constitución [española], no veo porqué un pueblo o una nación no podría organizar un referendum para conocer una opinión sobre un tema. (...) Ahora bien, en política hay que evitar las respuestas en términos de sí o no, del tipo todo está bien o todo está mal. Hay que buscar una solución equilibrada.

P. Parece que la xenofobia aumenta, mientras que Europa endurece sus leyes migratorias.

R. Toda esta gente tiene miedo. Cuando alguien está abajo en la clase social, necesita imaginar que hay gente que está peor que él. Ahí estamos en el racismo y no hay que jugar a eso. En los diez, quince últimos años [en Europa] la brecha entre la mayoría [nativa] y la minoría ha aumentado mucho. Y la ruptura es cada vez más grande. Una mujer argelina me dijo recientemente: "Antes vivía mejor en París, ahora estoy mejor en Argel". Ese es el problema real y no que los inmigrantes tengan una falsa tendencia a la criminalidad.

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