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Reportaje:EUROCOPA 2008 | España, a dos días de su debut

Cesc busca el sitio

El centrocampista del Arsenal admite que le ha costado volver a arrancar, pero niega estar eclipsado por Xavi

"¡Pensé que no me iba a llamar, míster!". Agradecido, Cesc Fábregas (Arenys de Mar, Barcelona; 1987) saludó a Luis Aragonés nada más llegar a una concentración de la selección española en noviembre pasado. Atravesaba una mala racha con el Arsenal y no estaba muy satisfecho de su último partido con España, así que entrar en aquella lista le hizo sentirse miembro del grupo. "No sé por qué", le cuestionó Luis; "es usted muy bueno y trabaja y tal... Yo nunca he tenido ninguna duda".

"Es un futbolista sensacional y su capacidad de aprendizaje es enorme. Es como una esponja y es muy joven", asegura el seleccionador siempre que se le pregunta por Cesc. El futbolista del Arsenal comenzó ayer la rueda de prensa recordando su edad. A los 21 años, lidera el equipo de Arsène Wenger y busca sitio en la roja. "No soy de los que se rinden", suele avisar.

"En la selección no juego como en el Arsenal porque su fútbol es distinto"

El centrocampista catalán arrastra fama de jugar peor con la selección que con su club y al debate sobre su rendimiento se ha añadido ahora una extraña corriente de opinión: la que considera que es eclipsado por Xavi. "A Cesc no le eclipso yo ni nadie porque es muy bueno", se apresuró a decir el volante del Barcelona. A Fábregas, a las puertas del debut contra Rusia, le abraza el grupo. Torres, el primero: "Es de los mejores jugadores de Europa". Xavi se rinde: "Es buenísimo. Hay debates que no logro comprender". Mientras tanto, el chico de Arenys comparece más serio de lo normal y tan incómodo ante los medios -ha suprimido entrevistas individuales- como feliz por estar en la selección.

Asume que físicamente ha ido mejorando en las dos últimas semanas. "Jugué 55 partidos con el Arsenal y paré un mes y medio. Cuesta volver a arrancar", admite antes de confesarse "muy tranquilo", aunque se reconoce algo disgustado: "Es que cada día sale el mismo debate sobre si soy o no el mismo jugador del Arsenal y ahora, además, sobre si puedo jugar o no con Xavi". Confesó haber hablado con Luis y tenerlo todo claro. "No hay ningún problema con Xavi y me gustaría cerrar este tema. Es imposible no conectar con él porque es un fuera de serie. Siempre da líneas de pase, controla bien la pelota, la da siempre en ventaja. Es un placer jugar con Xavi", concluyó.

También niega un problema de hábito en la selección: "Llevo dos años y medio aquí, estoy completamente adaptado. Pero en España no juego como en el Arsenal porque la selección no juega como mi equipo. En la selección hay muchos jugadores que pueden llevar el control, pero en el Arsenal sólo hay una fuente en el medio campo. Estoy prácticamente en todas las opciones de ataque. En España, en cambio, hay muchos caminos para llegar". Por eso, dice, aparece menos en la selección: "El rol es diferente y estoy encantado". Lo de los goles (lleva 26 partidos con España y no ha marcado) dice que son rachas: "Va por épocas. En el Arsenal la tocaba con la uña y me entraba. Prefiero ser positivo y pensar que he dado asistencias de gol".

Un tipo que no ha tenido miedo de encararse a Carragher en Anfield no debería temer la posibilidad de empezar la Eurocopa en el banquillo. "No sería ningún palo. Estoy aquí para lo que se necesite. Además, el fútbol cambia muy rápido: puedes empezar en el banquillo y terminar decidiendo el partido", advierte.

Cesc Fábregas ha sido titular en 16 de los 26 partidos que ha disputado con la roja. En el Mundial de Alemania 2006 jugó cuatro, dos de ellos en el once inicial. Ayer, en el entrenamiento de la tarde, marcó el gol de los suplentes.

Cesc (a la derecha) y Puyol, durante la sesión preparatoria de ayer de la selección española.
Cesc (a la derecha) y Puyol, durante la sesión preparatoria de ayer de la selección española.ALEJANDRO RUESGA

"¡Qué bien! ¡Qué buenos sois!"

Una voz retumba en el valle de Stubai.

"¡Bien tocada! ¡Bien, bien! ¡Qué bien! ¡Qué buenos son! ¡Qué bien juegan!".

Es Luis Aragonés, seleccionador español, en el Neustift Sports Centrum.

"¡Bien, bien! ¡Toque, toque! ¡Así, bien!". Luis Aragonés grita. "¡Qué bien, qué bien! ¡Qué buenos sois!", elogia a sus jugadores. Da igual, mañana y tarde, no importa si es un ejercicio de combinación y remate a puerta en carrera o el partidillo entre titulares y suplentes. Como ayer. Con los primeros, con el once que se perfila titular, Senna y Villa; con los suplentes, Sergio García, que ya tiene el alta y puede apretar como el que más. Pero el que aprieta es el Guaje: tres goles en un entrenamiento en el que Xavi cogió la pelota y llevó a su equipo hasta la cocina rival. Xavi marcó un gol y Torres completó la manita. Pese a la presencia del hispano-brasileño en el teórico equipo titular, Luis no ha confirmado a sus jugadores el equipo que debutará ante Rusia en este Europeo. Visto el nivel de mediocentros, la decisión parece complicada. "Yo lo tengo claro", insiste Luis.

Y Luis, grita que grita: "¡Bien! ¡Bien! ¡Qué buenos! ¡Qué bien juegan!".

Luis habla mucho con los jugadores, ya sea en las reuniones casi diarias en el hotel como durante los entrenamientos. "En los partidos grita de vez en cuando, pero no tanto como en los entrenamientos", dicen los jugadores. "En los partidos casi no oyes nada, pero en los entrenamientos sí, por supuesto", añaden al mismo tiempo que afirman agradecer los comentarios del entrenador. "Incluso cuando corrige", matizan.

Luis no necesitó corregir demasiado al teórico equipo titular, que diga lo que diga el marcador (5-1), tampoco fue tan superior. Pero con reiteración pidió que los jugadores golpearan el balón bien tocado: "¡Con toque, con toque! ¡Eso es de juvenil!", corrigió en una acción a Silva. "¡Altura!", le pedía a Casillas si el portero le daba una pedrada a Sergio Ramos... Y a todos, toque y apoyos. "¡Busque a su compañero!". El técnico sigue haciendo hincapié en la velocidad del balón. Por eso instó en numerosas acciones a jugar de primera y ofrecerse en la línea de pase: "Ya he tocado, me voy y me ofrezco".

Y otra vez la voz de Luis retumba en el Tirol austriaco: "¡Qué bien! ¡Qué bien hecho! ¡Qué buenos son!".

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