Condenado a un año de cárcel y 4.000 euros un líder antiparquímetros
El juez considera probado que introdujo ácido dentro de una de las máquinas
Romper un parquímetro, como todo en la vida, ya tiene un precio: un año de cárcel y 4.000 euros de indemnización a la empresa concesionaria. Así lo ha fijado la Audiencia Nacional a propósito del incidente que protagonizó Jesús Otero, destacado miembro de la revolución antiparquímetros del distrito de Fuencarral-El Pardo. Fue la noche de Halloween (31 de octubre) de 2006.
Jesús Otero niega que fuera autor del destrozo y dice que seguirá luchando
Y la sentencia lo explica de forma meridiana. Otero, de 72 años, reventó la ranura de las monedas de la máquina con un destornillador, se calzó unos guantes de látex y vació una jeringuilla llena de ácido clorhídrico dentro del artefacto. Y obviamente, adiós parquímetro. Calcinado. Puro activismo de barrio.
Pero como suele suceder en el universo jurídico, el condenado no está de acuerdo y niega la mayor. El problema es que ya ha agotado las vías de recurso y la sentencia es firme. "Ha habido gente que, después de ejecutada, se ha sabido que eran inocentes. La justicia no es infalible", dice en un ejercicio de síntesis sobre la situación que atraviesa.
La noche de Halloween de 2006, Jesús Otero se encontró con la policía en el parque del Norte. Y aquí es donde deja de coincidir la historia que cuentan unos y otros. Los agentes sostienen que le vieron encaramado a una de las máquinas sospechosamente. Él dice que pasaba por ahí.
Del parquímetro, relató la policía, salía un sospechoso tufillo a quemado. Fragancia que los agentes atribuyen a las tripas del artefacto chamuscadas por el ácido que, presuntamente, Otero estaba introduciendo minuciosamente con una jeringa. Junto a él, la policía encontró una bolsa con 16 jeringas, un destornillador y un bote lleno de líquido corrosivo.
Pero Otero, que es autor del libro La guerra de los parquímetros. Desde mi pacífica frontera, se acuerda de que aquella noche salió a dar un paseo. Eso sí, pacíficamente. Y que, como mandan las reglas indumentarias de la efeméride, vio a un grupo de chavales disfrazados y con caretas. O sea, que no sabe quiénes eran. Y que esos celebrantes, sostiene el líder antiparquímetros, eran los que estaban dando al traste con el artefacto municipal. ¿Y qué pasó entonces? Pues que los vándalos le vieron, se asustaron, corrieron, lanzaron una bolsa llena de jeringas sobre un matorral y se dieron el piro dejándole a él con el marrón.
Y todo eso con el infortunio acumulado de que apareció la Policía Municipal por allí y le colgaron a él el muerto. "Llegaron los guardias y uno le dijo a otro: 'Éste es uno de los gordos", relata Otero, en referencia, lo de su gruesa envergadura, a su peso específico dentro del movimiento. "Pero los que estaban rompiendo el parquímetro eran los chavales. Además, luego la policía dijo que la bolsa de jeringas que encontró era mía. Y no hay pruebas. Sólo su testimonio", señala todavía apesadumbrado por el entuerto que sostiene haber vivido.
Pero el líder no cesa. La condena, "injusta", no le amedrenta. La lucha sigue, dice. "Yo no pienso pagar un céntimo a nadie. Y por supuesto que seguiré luchando. Pero pacíficamente", anuncia. El próximo jueves, por si no había quedado claro, ha organizado un encuentro en contra de los parquímetros en su barrio, en el Pilar, al que, si nada cambia, asistirá el concejal del PSOE, Pedro Zerolo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.