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Reportaje:

Pioneras de hace cuatro siglos

Olga Gallego publica la historia de las orensanas en la Edad Moderna

Olga Gallego espanta las lisonjas a su labor investigadora. "No hagan caso de todos estos piropos, no son verdad, ahora verán que rollo", advierte la ex directora del Archivo provincial orensano en el acto de presentación de su libro sobre la historia de la mujer orensana en la Edad Moderna. La secretaria xeral del Servicio Galego de Igualdade, Carme Adán, el delegado de Cultura, Carlos Sierra, y el director del grupo de investigación Marcelo Macías, Xulio Rodríguez, la precedieron en el uso de la palabra poniendo de manifiesto el mérito historiográfico y el carácter pionero del libro en la investigación monográfica de la mujer. Pero a sus 85 años, Olga Gallego no está para alabanzas. "Todos estos me metieron en este lío y tuve muchas ayudas", comenta la investigadora.

Mientras los hombres iban a las guerras, las mujeres buscaban cómo sobrevivir
Era el siglo XVII y la superiora, igual que se hace ahora, pidió un parte de lesiones

Mujeres orensanas de los siglos XIV-XVIII es la historia de la mujer que resulta ser la historia de los hombres, de las sociedades, contada desde la sombras, "desde la óptica de la supervivencia". Y, como dejó claro Carme Adán, mientras los hombres iban a las guerras y las contaban, las mujeres buscaban estrategias "para sobrevivir". Y en la medida en que pudieron, también las contaron.

En el Archivo orensano en el que Gallego buceó quedaron documentos que acreditan esfuerzos supinos y el papel de las mujeres como siervas, esclavas, burguesas, mecenas y también víctimas de la violencia machista. Las mujeres de los siglos XIV al XVII "son las mismas que las de hoy, iguales", concluye la historiadora. "Es cierto que avanzamos en lo jurídico, ahí sí, pero la que quiere salir adelante tiene que hacerlo aún con mucho esfuerzo".

Gallego cuenta, manteniendo la intriga a lo largo de la narración, la historia de supervivencia de la orensana Inés Pérez Belmonte, casada con el corregidor de Ourense, a quien mataron las huestes del señor del Palacio de Ocas (el actual Liceo, en el que se presentó el libro). "Pleiteó contra los asesinos de su marido durante tres años, pero finalmente acabó casándose con el de Ocas". Y cuando su segundo marido murió, el primogénito heredó el palacio y ella tuvo que irse con el resto de sus hijos a seguir buscando un futuro.

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Mientras tuvo poder económico y social, Inés Pérez Belmonte fue una auténtica mecenas. Ella encargó y pagó la Inmaculada de Juan de Juni que custodia el Museo orensano.

Olga Gallego desgrana con todo detalle las historias de mujeres que configuran la historia de Ourense. De las estrategias femeninas de aquella época da fe un documento sorprendente rescatado del Archivo. Se trata de un acta notarial que la superiora de un beaterio de la ciudad ordenó levantar para que quedara constancia de que una joven de 18 años, sierva de la condesa de Rivadavia, Ángela de Luna, había sido acosada sexualmente por el cura de Razamonde.

La joven había llegado al Ribeiro desde Castilla para preparar la estancia de su señora y el libidinoso canónigo intentó someterla encerrándola en una habitación. De ella escapó una noche descolgándose por la ventana "y atravesando las viñas de O Ribeiro fue a pedir auxilio al convento". Ocurrió en el siglo XVII, pero la superiora hizo lo que las mujeres españolas hacen ahora: pedir un parte de lesiones.

"Este es el principio, el punto de partida para empezar a conocernos", dijo ayer Carme Adán estableciendo el paralelismo entre los mecanismos de supervivencia de las antepasadas orensanas y gallegas y las políticas de igualdad al servicio de las mujeres actuales. "Sólo cuando mujeres como Olga Gallego investigan, descubrimos que la memoria de las mujeres es la Historia que guardaba grandes silencios y páginas en blanco".

Pero la investigadora ya había puesto de relieve el papel de Ourense en el Antiguo Régimen, una ciudad que, "aunque de pequeño tamaño, era un núcleo de poder político, económico, social y religioso" en el que las mujeres tenían un papel marginal, propio de las sociedades patriarcales, en una España en la que "podíamos ser reinas, regentes, gobernadoras, pero no ejercer cargos municipales".

Olga Gallego reconoce que el cambio que se inicia en el siglo XVIII con el liberalismo y la democracia (cita la carta del Padre Feijóo "En defensa de las mujeres") pero advierte del largo camino por recorrer. "Aún nos queda".

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