Aupado por el 'no' al Estatuto
Cuando tuvo que abandonar el Gobierno catalán durante el primer tripartito, Joan Carretero proclamó orgulloso que regresaba a Puigcerdà, en el Pirineo, a la consulta de médico de familia. Pero la ambición y el maltrato que sufrió por parte de la cúpula de ERC -pagó con su cabeza la cuota republicana del cambio gubernamental- le pudieron. Auspició la revolución de las bases forzando a la dirección a pedir el no en el referéndum del Estatuto. Entonces descubrió su ascendencia, que mañana pondrá a prueba. Independentista convencido, sus enemigos le consideran la reencarnación del buen carlista. Fue autor de una comparación que hizo fortuna: la del tripartito de Maragall con la montaña rusa de Port Aventura, el Dragon Khan.
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