¿Dónde está el chapapote?
Curiosidad de los bañistas, leve preocupación de los vecinos y alarma desde el Ayuntamiento describían ayer el escenario en la playa de la Malva-rosa. Los habituales que caminan, corren o disfrutan sentados frente al mar madrugaron para comprobar el estado de su playa y descubrían, si acaso, pequeñas manchas de fuel: "bolitas" según unos, "migas", según otros. Vecinos, los que viven frente a la playa, inspeccionaron de punta a punta, de espigón a espigón, en busca de huellas del vertido. "Heu vist algo?" preguntaba Ramón Rivelles a una pareja de amigos. "Unes taquetes més enllà dels dofins, com un mig dit", contestaron.
La curiosidad por un operativo visible (un helicóptero, un avión, cinco remolcadores, dos barcos pelícanos y varios barcos pesqueros) atrajo a numeroso público. Pero no disuadió a los que querían bañarse. La Policía Local sacó del agua a quienes no entendían el sentido de una bandera roja con la mar plana y transparente. La preocupación llegó por la tarde. Cuando solo un equipo de limpieza de costas con 13 personas, vestidas de azul y de corto, quedó para actuar por si llegaban restos de fuel a la playa para ser limpiados, aparecieron varios grupos de personas con monos blancos en la arena. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, había puesto en marcha un dispositivo más propio de una emergencia mayor que la existente. Ese operativo, vestido a imitación del que fuera uniforme en los trabajos en Galicia a consecuencia del vertido del Prestige en noviembre de 2003, con todo el aparataje preventivo ante una contaminación por contacto con el fuel, provocó primero la alarma entre los bañistas y después la curiosidad ante una amenaza, hasta anoche, invisible.
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