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La crisis de ETA incluye la destitución de varios mandos

ETA está atravesando desde hace algún tiempo por un conflicto interno que se ha saldado con el cese de varios de sus cuadros dentro de las estructuras dirigentes que operan en Francia. La crisis se mantiene en el máximo secreto en el núcleo de dirección de la banda, ante el temor de que su difusión aumente la magnitud del problema. Los datos conocidos sobre las divisiones son escasos y se ignoran los motivos de la polémica. Lo que sí se conoce es que el conflicto ha afectado a varios aparatos de la banda que se han visto implicados en la pugna.

Varios dirigentes de nivel medio han sido separados de sus funciones y sustituidos por otros, aunque no se han precisado los nombres ni sus responsabilidades. Se desconoce, por tanto, si el conflicto ha sido motivado por discrepancias sobre la estrategia tras la ruptura de la tregua, por luchas de poder u otros motivos. Lo que sí se sabe es que en el núcleo de dirección etarra se le ha dado la máxima importancia a la crisis y han aparecido temores a que, incluso, pudiera darse una ruptura de la organización.

La última operación policial en Burdeos, que ha descabezado al aparato político, ha incrementado las suspicacias internas, ya que algunos sectores abrigan la sospecha de que las detenciones podrían estar relacionadas con la crisis etarra.

'Juicio' a Txeroki

Los problemas actuales serían más graves que la crisis protagonizada en 2004 por Garikoitz Aspiazu, Txeroki, actual jefe de los comandos, que fue juzgado en un consejo de guerra por sus compañeros. Documentación intervenida a la banda muestra que el motivo de ese conflicto fue un texto elaborado por Txeroki en el que cuestionaba la estrategia seguida hasta entonces, la imposibilidad de realizar atentados y la capacidad de dirección de los jefes de los comandos.

Aspiazu tuvo que comparecer ante un tribunal formado por otros cinco dirigentes, que le recriminaron por el documento y propusieron diversas sanciones. Txeroki tuvo que dar explicaciones, hacer autocrítica y comprometerse a no volver a repetir el comportamiento.

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También en 2004, la banda vivió otra crisis por la carta firmada por el ex dirigente Francisco Múgica Garmendia y otros cinco reclusos en la que abogaban por el abandono de las armas y la utilización sólo de vías políticas.

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