_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Progreso

Como para lanzar cohetes, pero a nuestros pies, en plan fustigue. El último informe anual de Amnistía Internacional hace temer que sea cierta la teoría de un amigo mío que insiste en que el Cromañón no sobrevivió al Neandertal sólo porque éste fuera menos hábil para adaptarse a las circunstancias ambientales, sino porque también el pobre era más bondadoso y pacífico. Características que extinguen cantidad, como sabemos, aparte de resultar poco rentables.

Desarrolladas hasta la filigrana y mejoradas a lo largo de milenios, las cualidades del abuelo Croma -a quien alguien pasado de ego rebautizó Homo sapiens- en este brioso comienzo del siglo XXI han coronado una meta digna de nosotros. La refinada consecuencia de ese saber adecuarse al medio, ese poseerlo, ese explotarlo, junto a otra condición no menor, la de tener estómago para infligir cualquier daño a los demás que resulte en nuestro provecho, arroja el más lamentable balance en derechos humanos de los últimos tiempos. Éste es un mundo en el que, según la presidenta de AI, Irene Khan, "la injusticia, la desigualdad y la impunidad son hoy las marcas distintivas". En su libro La fuerza de los pocos, Andrés Ortega recuerda un juicio de Foucault sobre el Occidente capitalista, "la sociedad más dura, más salvaje, más egoísta, más deshonesta y opresiva que quepa imaginar". Notemos que, como Ortega añade, "hoy, salvo excepciones, el mundo entero es capitalista". Pero capitalista de ahora. Sin complejos ni escrúpulos. La especie humana, que logró ponerse en pie habiendo salido de una charca, ha conseguido lo que parecía imposible: convertir el planeta en una ciénaga, un lodazal que apesta a enfermedad moral, a sangre y a pasta gansa.

Sí, es para echarnos cohetes. Y filmarnos con el móvil y colgar el vídeo en la Red, en la sección dedicada al Progreso.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_