Rajoy y Aguirre contraponen en público su diferente visión del PP
Medio centenar de enmiendas suavizan la tesis de María San Gil sobre el PNV
Por primera vez desde que se desató la crisis del PP, tras la derrota electoral, los dos grandes rivales políticos del primer partido de la oposición contrapusieron ayer sus discursos en un mismo acto, una cena en San Sebastián de los Reyes para celebrar los buenos resultados del partido en Madrid en las autonómicas de 2007.
Abrió Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad de Madrid: "Los resultados demuestran que estamos en el buen camino, por eso debemos seguir defendiendo nuestros principios y valores sin hacer cambios radicales que nadie entendería". Resumía así la posición oficial de los críticos, que le reprochan a Mariano Rajoy un cambio de rumbo para acercarse a los nacionalistas.
El presidente del PP se subió a la tribuna en cuanto terminó ella y, a pesar de que estaba en territorio hostil -rodeado de consejeros, diputados autonómicos y fieles aguirristas- entró al trapo. "España es muy diversa y los españoles también. El diálogo es bueno con quien quiere hacerlo lealmente. Tenemos muchas experiencias. Nosotros llegamos al Gobierno con diálogo, lo que no implica renuncia a los principios", dijo en referencia al pacto de 1996 con los nacionalistas.
Rajoy recordó hasta en dos ocasiones que él hizo grandes pactos en 1992 con el PSOE y en 1996 con los nacionalistas "por mandato de Aznar". Quería así recordar a los críticos con el acercamiento a los nacionalistas que fue Aznar quien con más ahínco promovió esos pactos que ahora muchos aznaristas censuran. De hecho, María San Gil, fiel a Aznar, ha justificado su abandono del liderazgo del PP vasco en este supuesto acercamiento al nacionalismo.
El presidente del PP, no repuesto aún del golpe que supuso el desplante de Gabriel Elorriaga, su colaborador durante años, reivindicó las posiciones de centro. Las mismas que hace sólo una semana defendió el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que ayer no acudió a la cena porque tenía un acto con el Comité Olímpico Español. "Creo que debemos poner énfasis en nuestro papel de partido de centro reformista", sentenció Rajoy. "¡Centro derecha!", le corrigió molesto un comensal.
El líder demostró además su distancia con Aguirre con una omisión. Mientras la semana pasada anunció que Gallardón estaría en su dirección, ayer no dijo nada sobre la posibilidad de contar también con la presidenta, detalle que no pasó inadvertido a los aguirristas.
No bastó con este choque de fondo. Aguirre y Rajoy se enzarzaron también en una discusión sobre la necesidad de que el PP resulte simpático.
-No debemos caer en las trampas ideológicas del adversario, ni aceptar que sean ellos los que distribuyan los carnés de duros y blandos o de simpáticos o antipáticos, sentenció Aguirre en un claro reproche a las líneas más suaves del líder.
-Efectivamente, Esperanza, no debemos ser simpáticos a los que, hagamos lo que hagamos, nunca nos van a dar su apoyo. Sólo tenemos que ser simpáticos para la inmensa mayoría de los españoles. Un partido que sea capaz de adaptarse a las nuevas realidades y al que cada vez más personas den su apoyo.
Enfrascados en sus dos maneras de ver la política, se les vio distintos en casi todo. Ella, la líder exitosa que alardeó varias veces de sus extraordinarios resultados electorales en Madrid, apuesta por la oposición sin concesiones. Él, doblemente derrotado y con su capacidad de liderazgo en entredicho, defiende los pactos y la moderación. Pero sobre todo se enzarzaron en qué hacer con sus 10,3 millones de votos.
-Las ideas que hemos apoyado estos últimos cuatro años cada vez tienen más apoyo. Debemos luchar con más fuerza para defender que nuestras ideas son mejores, se esforzó ella
-No vamos a defraudar a esos 10,3 millones que nos han votado. Pero lo que ellos quieren es ser muchos más, 11 ó 12 millones. Quieren ganar, que el PP gobierne, ése debe ser el objetivo, contestó él.
Después, como si nada hubiera pasado, cenaron juntos en una gran mesa. Y no hubo debate ideológico, según algunos comensales. Sólo quejas por parte de Rajoy de que estos días es imposible hacer oposición y criticar al Gobierno, porque la crisis del PP lo tapa todo. Anoche también.
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