El lastre del canon digital
Pocos sectores de la economía española, y es posible que ninguno con el carácter homogéneo del de las TIC (tecnologías de la información y comunicaciones), pueden presumir de haber alcanzado un volumen de actividad que supere los 100.000 millones de euros al año, manteniendo al mismo tiempo perspectivas de crecimiento que pueden desafiar, si la política económica no lo dificulta, la crisis financiera y económica que nos envuelve.
Después de haber contribuido por décadas a la caída de los precios y a la mejora de la productividad de los demás sectores económicos consumidores y usuarios de sus tecnologías y liderar solo el esfuerzo privado nacional en innovación y desarrollo (I+D), el sector TIC contiene energía potencial suficiente para seguir creando riqueza y empleo altamente cualificado y remunerado. Así como capacidad para propagar mejoras de productividad a toda la economía, contribuir a la reducción de nuestro déficit comercial y acrecentar el impulso innovador schumpeteriano que tan bien hace al quehacer económico, vertebrando así un nuevo modelo de crecimiento sostenido en el tiempo y sostenible desde el punto de vista del ahorro energético y la conservación de la naturaleza.
Pocas actividades económicas han llegado a volúmenes de negocio de 100.000 millones de euros
Las nuevas tecnologías seguirán creando riqueza y empleo, y ayudarán a reducir el déficit comercial
Los datos del sector del pasado año 2007 atestiguan las afirmaciones anteriores. Con un crecimiento en valores monetarios corrientes del 6% -que en términos constantes, sumada la caída de precios del sector, podría duplicarse-, su comportamiento, en relación con el resto de nuestra economía, resultó francamente positivo; incluso si ello supuso una desaceleración respecto de las tasas -del 8% y 9%, respectivamente- experimentadas los años anteriores.
El comportamiento del sector, a diferencia de los años precedentes, resultó desigual. Así, mientras que la electrónica de consumo creció un 11%, las tecnologías de la información un 9% y la electrónica profesional un 6%, las telecomunicaciones -servicios y equipamientos- sólo crecieron un 4%, cifra sólo empeorada por la caída del 2% acontecida en el mercado de componentes electrónicos. Los datos considerados ponen de manifiesto que la sociedad española es cada vez más proclive al cambio tecnológico, que las empresas siguen invirtiendo a muy buen ritmo en electrónica y tecnologías de la información, que la crónica debilidad de la oferta tecnológica española estrecha cada vez más las posibilidades de nuestra industria de componentes electrónicos y que la presión a la baja de los precios de las telecomunicaciones constriñen severamente sus posibilidades de expansión.
Teniendo en cuenta la dimensión económica de las telecomunicaciones -más de 50.000 millones de euros-, resulta evidente que su comportamiento prejuzga el del sector; por lo que merece la pena detenerse en analizarlo. Si bien los ingresos de este sector sólo crecieron un 4%, el uso de las redes -sobre todo para transporte de información- lo hizo muchísimo más. Es, por tanto, la política de precios la causante directa de la expansión o contracción de la demanda en términos monetarios. En valores constantes, los precios de las telecomunicaciones fijas cayeron un 6,6% el pasado año y los de las móviles un 9,9%. Ningún sector de la economía se ha visto tan drásticamente sometido -año tras año- a tan desmesuradas rebajas de precios.
Un buen ejemplo al respecto es el del mercado de la telefonía móvil. En el año 2007 se vendieron en España 23 millones de terminales; cifra apenas superada por algún otro país europeo, y que viene a significar que en nuestro país el parque de teléfonos móviles se renueva cada dos años, algo que -posiblemente- no sucede en ningún mercado. Además, en nuestro país se producen -gratuitamente- más cambios de operador (conservando el número de teléfono) que en cualquier otro país europeo, lo que evidencia un notabilísimo nivel de competencia en el mercado. ¿Tiene sentido que el mercado tecnológicamente más dinámico y más competitivo de Europa siga sometido a rebajas políticas de precios -ahora redobladas desde Bruselas- que apenas si benefician marginalmente a los usuarios y, sin embargo, restringen la inversión, la innovación y el crecimiento sano del mercado?
El sector TIC, que terminó empleando directamente el pasado año casi 300.000 trabajadores -un 3% más que el año anterior-, presenta un perfil empleador envidiable: apenas si tiene temporalidad, sus salarios son de los más elevados y el nivel de formación es alto y actualizado.
En materia de innovación, las empresa TIC gastaron el pasado año más de 8.000 millones de euros -un 19% por encima de la cifra del año 2006- y en I+D más de 2.000 millones de euros -con un incremento del 17% sobre el año anterior-, lo que viene a significar un tercio del esfuerzo privado nacional.
Con los datos anteriores, resulta evidente que lo mejor que podría sucederle a la economía española es que el sector TIC siga creciendo sin cesar a las máximas tasas posibles. Todos saldríamos beneficiados de ello: los trabajadores, los usuarios, la productividad y la competitividad de nuestra economía y la sociedad en general.
¿Qué políticas podrían coadyuvar a que las TIC se conviertan en el sostén de un nuevo y virtuoso modelo de crecimiento económico? Con carácter más indicativo que exhaustivo, he aquí algunas: aumento sustancial de la -actualmente ridícula- inversión en TIC de las Administraciones Públicas, abandono del canon digital, regulación proactiva de las inversiones en nuevas redes de muy alta velocidad, fijación de un calendario para el ejercicio de derechos ciudadanos digitales, extensión del DNI a toda la población antes de que acabe la presente legislatura, fiscalidad favorable a la inversión tecnológica y la innovación, y facilidades para inmigración de talento extranjero.
Por último, habría que incentivar los usos productivos -los lúdicos se bastan por sí mismos- de las TIC, en lo que somos muy deficitarios, y abordar cuanto antes una profunda reforma del sistema educativo para orientarlo a la empleabilidad para la sociedad de la información y el conocimiento.
Jesús Banegas Núñez es presidente de la Asociación Empresas de Tecnologías de la Información y Comunicaciones de España (AETIC).
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