Dale cuerda

Parecen un cruce entre las sillas Bauhaus de cuerda elástica, de René Herbst, y las de enea de siempre. El mobiliario para exteriores ha echado mano esta vez de cáñamo, que parecía arrinconada, y la ha tensado y trenzado para dotarla de una nueva estética.

Vayamos de menos a más. La propuesta más sencilla parte de la firma italiana de mobiliario Zanotta. Aprovechando un diseño elaborado por Prospero Rasulo, el sofá Club, la empresa ha lanzado recientemente dos tipos de piezas que no parecen tener nada que ver la una con la otra y, sin embargo, son la misma. Una, el sofá en sí tapizado, que tiene unas curvas de escándalo. La otra, el propio esqueleto del sofá tan sólo recubierto por una hilera de cuerda. Así de sencillo, sin trenzar siquiera. De hecho, cuando te vas a sentar parece que te vas a colar entre los hilos, pero al final te atrapan como una tela de araña. Para poder ser usado a la intemperie, el esqueleto de acero ha sido pintado y el hilo de PVC reforzado con nailon.

Con algo más de complicación, Moroso se ha sumado también a la operación cuerda. La vanguardista firma italiana acaba de sacar una serie de sillas cuyo asiento y respaldo están hechos con cuerdas tensadas que se cruzan y superponen formando un fascinante entramado. El resultado es especialmente vibrante cuando sus lianas de poliéster combinan diferentes colores. Además, existe una versión con las cuerdas de piel para ser utilizada en interiores. Se llama Tropicalia y ha sido creada por la española establecida en Milán Patricia Urquiola, quien a menudo rescata y busca inspiración en diseños de décadas pasadas. Si hace un par de años probaba con el mimbre en un par de sillas tipo pavo real, para Driade, tantea ahora cómo darle una vuelta de tuerca a la cuerda.

Paola Lenti (que ya es más una marca que diseñadora) suma un plus de sofisticación a la cuerda y propone de la mano de uno de sus diseñadores abonados, Francesco Rota, un sofá con un trenzado espectacular. Fabricado con Rope, el tejido sintético que inventara la italiana lo aguanta todo: el cloro, la sal y los rayos UVA. Se llama Wabi y su elegante trenzado fluye como una trepadora por el respaldo del sofá hecho de fustes de madera de iroko.