El Global Compact de Naciones Unidas
En el reportaje de EL PAÍS titulado Activismo en los púlpitos del poder económico, del día 17 de mayo, se asegura que la adhesión por parte de empresas al Global Compact de la ONU sale casi gratis a los firmantes. El comentario se hace a propósito de la necesidad de iniciativas internacionales que, en vez de basarse en la voluntariedad, establezcan marcos de obligado cumplimiento para asegurar un comportamiento responsable de las empresas.
El Global Compact de Naciones Unidas, que con 5.000 participantes no ha hecho sino comenzar su recorrido, ha elegido la adhesión voluntaria, el diálogo con las partes interesadas y la mejora continua para que la empresa llegue a ser un buen ciudadano corporativo.
La exigencia, crucial, que hace a las empresas participantes consiste en que comuniquen públicamente cada año su progreso a todos los grupos de interés afectados por su actividad. Esta garantía posibilita, precisamente, el escrutinio de la sociedad civil a las empresas y el veto social a las que no practican lo que dicen defender. En ese sentido, el Compact es una iniciativa novedosa que ni se basa exactamente en la autorregulación ni en la regulación, sino en la regulación social.
Probablemente es el único camino efectivo. Los que defienden la solución única de un Tratado Internacional sobre Derechos Humanos que obligue a las empresas a respetarlos, harían bien en contemplar sus dificultades. En primer lugar, un nuevo Tratado tardaría décadas en ser consensuado... ¿qué harán las víctimas mientras tanto? Segundo, en tanto no se aprobara se crearía una interinidad, utilizada por algunos como excusa para no cumplir ni con las convenciones internacionales ya existentes. Tercero, al final del camino lo aprobado habría sido igualado a la baja, y superado con creces por las prácticas de muchas empresas. Y en cuarto lugar, las opciones para obligar a su cumplimiento internacional por todas las empresas ofrecen dificultades prácticas enormes.
Siendo deseable que el proceso comience, no es apropiado deslegitimar un camino práctico que ya está actuando y dando resultados: el Global Compact está evidenciando en la práctica a miles de empresas que defender y promover los derechos humanos es en su propio beneficio. Y está posibilitando cada día el liderazgo de empresas ejemplares, con buenas prácticas que van siendo emuladas por el resto.
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