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Columna
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Desde las tinieblas

Escribo estas líneas aún boquiabierta, recién expulsada del paraíso prometido. Siempre que aceptemos como gloria ese gallinero que recorre lo más alto del hemiciclo de las Cortes, tribuna de invitados la llaman, páramo desierto habitualmente del público desinteresado por la cosa parlamentaria.

Pero hoy (jueves) era un día especial. Hoy nos habíamos convoyado un grupo de abajofirmantes por la democratización de la RTVV para reafirmar de cuerpo presente nuestra preocupación.

A las 10 en punto, mientras guardamos fila para entrar, podemos observar las prisas con que un alto cargo gubernamental va haciendo entrar a otras gentes que desde luego no son miembros del Parlamento. Pronto entenderemos la argucia: la clac tenía que pillar sitio, como en los cines de barrio. "Con credencial blanca, a la tribuna. Con amarilla, a la Sala Vinatea". Fatalidad. La nuestra tiene el color de la estrella que identificaba a los judíos durante el nazismo. Una empleada nos conduce al salón de las ceremonias donde la pantalla gigante "mostrará" lo que ocurre en la sesión de control. Lo que la cámara de circuito interno quiera enseñar. Indignación y protestas entre las fuerzas del trabajo y la cultura. "No cabéis, ya están sentados 40 altos cargos". Alguien, pocas horas antes y ya aprobadas las invitaciones que solicitara el PSPV, había decidido que vale más la posadera de una directora general, ex fallera o no, que la de una catedrática de Arqueología, un representante laboral de RTVV, una componente del Consell Valencià de Cultura, un senador territorial o un vicepresidente del consejo de administración. A las atónitas visitantes de la Universidad de Mallorca también las han hecho levantar. Hasta uno de los altos cargos se ha quedado sin asiento. "Yo estoy aquí porque me lo ha mandado el director del gabinete, pero me vuelvo a la consejería, que tengo mucho que hacer".

Allí, inmersos en las tinieblas a las que son arrojados los supermalos, escuchamos a Costa que venid y vamos todos con flores a María. Luna dice que la RTVV es un instrumento propagandístico; Camps (María en su trono de nubes) que la más transparente; Luna que la más derrochadora; Camps (ebrio de votos) pide agua y en la negritud de nuestro destierro escuchamos una voz joven que se acuerda de su pobre madre (la del presidente). Sarriá reprocha que caiga la audiencia, Rambla habla de un niño y Espí pone el dedo en la llaga matizando que ni siquiera se trata de un problema económico, sino de cumplir un objetivo social.

Ha sido todo muy rápido y en las catacumbas no podemos ver cómo los corifeos levantan sus culitos de diseño y abandonan la privilegiada atalaya desde la que tan bien han servido al pueblo valenciano. Las cámaras internas (también las pagamos todos) no han tenido a bien dedicar un plano a la astuta Operación Tapón. Las de Canal 9, como si no estuvieran: su informativo demostrará que solo algunos ciudadanos tienen derecho a ser amplificables y hacerse audibles.

En las Cortes se sigue almorzando bueno, bonito y barato. Aunque no estoy segura de que esto tenga relación con la calidad de nuestra democracia.

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