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Crítica:LIBROS | Escaparate
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Historia de siete hombres que perdieron el miedo

Historia. Tuvimos la primera noticia de este admirable año de 1962 gracias a una publicación muy singular: España hoy, editada por Ruedo Ibérico. Con un sorprendente acopio de documentación y un diseño que será luego marca de la casa, España hoy daba cuenta de un suceso insólito por su amplitud y por su capacidad de expansión: la huelga minera de Asturias de aquella primavera. Cuarenta años después, Rubén Vega editaba dos gruesos volúmenes, Las huelgas de 1962 en Asturias, imprescindibles para un cabal conocimiento de todo lo relacionado con la huelga y su repercusión internacional.

Es imposible exagerar la importancia que, en sí mismos y para la posterior oposición a la dictadura, tuvieron estos "incidentes laborales en el Norte", como los definió el mismísimo general Franco en una concentración de alféreces provisionales convocada en el cerro de Garabitas para renovar, desde ese remedo de alto lugar, el sagrado espíritu de la cruzada. Nadie permaneció impasible: los obreros mostraron rápidamente su solidaridad extendiendo el primer movimiento generalizado de huelgas por diversos puntos del país; los intelectuales, comenzando por el ya venerable Menéndez Pidal, encabezaron escritos de protesta; los estudiantes reanudaron sus movilizaciones; salieron a escena no pocos curas comprometidos, como entonces se decía, y en el Gobierno se abría una crisis mientras los grupos de oposición se reunían en Múnich.

La furia y el silencio. Asturias, primavera de 1962

Jorge M. Reverte

Espasa. Madrid, 2008

282 páginas. 21,90 euros

De Asturias a Múnich, de abril a junio, puede trazarse una línea que comienza en siete picadores de una mina perdida entre valles y montañas y acaba en el primer encuentro de la oposición del exilio y del interior bajo el paraguas del Movimiento Europeo. Cómo fue posible que una huelga desconcertara a las autoridades, movilizara a curas e intelectuales, inquietara a Franco y alcanzara un insospechado eco internacional es la materia de este nuevo relato de Jorge M. Reverte. Incansable reportero del pasado, bien pertrechado de lecturas y papeles, Reverte viaja desde las entrañas de la mina, por las cuencas del Caudal y del Nalón, por paisajes montañosos y parroquias de aldea, hasta las comisarías de policía, los cuartelillos de la Guardia Civil, el despacho del gobernador, contando día a día aquellos dos meses que conmovieron los fundamentos de un régimen.

Antes de nada, los hombres: sólo eran siete. Con un tipo de indagación y de escritura que resultará familiar a quien conozca la anterior obra de este singular historiador en que se ha convertido Jorge Reverte, emergen de las páginas de su libro los rostros, los trabajos, las familias, la vida diaria de estos obreros que están hartos de la penuria a la que les condenan los bajos salarios y las pésimas condiciones de trabajo. Hasta aquí hemos llegado. Se plantan, dicen que no, que ese día no bajan a la mina, que los hombres han perdido el miedo, como constata un policía. Y su plante se extiende de manera espontánea, no hay organización, no hay sindicatos en los que sostener la huelga, que sin embargo implica a todos, y sobre todos, a las mujeres, que distribuyen octavillas, que siembran de maíz los accesos a las minas para que quienes pretendan romper la huelga sepan que son unos gallinas.

Huelgas de otro tiempo, cuando convocarlas y sostenerlas costaba hambre, detenciones arbitrarias, cárcel, palizas, torturas. Merecían un relato de otro tiempo también, o mejor, un relato de todos los tiempos, en el que los hechos pesan más que sus representaciones porque lo que interesa saber es qué ha pasado, qué hicieron unos y otros, qué dijeron, qué sintieron, desde el joven militante de la JOC hasta la mujer que se queda sola con su prole porque al marido se lo han llevado a la cárcel. Más allá, o más acá, de cualquier teoría sobre acción colectiva, la prioridad concedida al acontecimiento inaugural y a la voz de sus protagonistas permite seguir en toda su complejidad y hondura cómo fue posible que un suceso insignificante en su origen llegara a provocar una crisis de Gobierno a su término.

Y esto es lo que ofrece Jorge M. Reverte: un relato sostenido en los testimonios de los protagonistas y en la documentación de primera mano procedente de archivos policiales; un relato de vieja historia social, de aquella historia que se hacía desde abajo, en el trato con gente común metida en el extraordinario acontecimiento de una huelga general; un relato, en fin, que después de tanto posmodernismo y de tanto giro lingüístico, nos recuerda una verdad elemental: que para contar una historia con sentido hay que haberla revivido y re/sentido, como hace Reverte, en cada uno de los anónimos protagonistas que, gracias a la palabra recuperada, recuperan también su nombre, el nombre de aquellos hombres y mujeres que en la primavera de 1962 perdieron el miedo.

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