Tres generaciones en marcha contra el cáncer
La Carrera de la Mujer suma 12.000 participantes en su quinta edición
Madres, hijas y abuelas se entrenaban desde media hora antes de que empezase la carrera. "Hay que prevenir los tirones", comentaban. Otras, la mayoría, se habían acercado a la batukada multitudinaria para calentar los músculos al ritmo de la música. Aguardaban el inicio de la Carrera de la Mujer, con el doble objetivo de fomentar el deporte femenino y recaudar fondos para la lucha contra el cáncer de mama. Por cada una de las 12.000 inscritas, se donaba un euro a la Asociación Española Contra el Cáncer.
Minutos después miles de mujeres, armadas con camisetas azules, dorsal y toalla, se agolpaban frente a la línea de salida en el paseo de los Coches del parque del Retiro. El recorrido era de cinco kilómetros por las calles O'Donnell, Menéndez Pelayo, Alfonso XIII y Alcalá, entre otras. Las atletas más rápidas lo concluyeron en poco más de 17 minutos. Las últimas entraron más de una hora después. La atleta Mayte Martínez, que no pudo correr, amadrinó el acto y dio inicio a la carrera junto a los consejeros de Empleo y Mujer y Deportes.
El evento, organizado por dos revistas deportivas, ya ha visitado esta temporada varias ciudades españolas como Málaga, Valencia y Gijón, a lo largo de esta primavera. En Madrid han competido mujeres en más de 30 categorías.
"Lo hemos conseguido en 39 minutos", afirmaba ayer orgullosa Silvia, una adolescente de pelo castaño que había acudido desde Rivas-Vaciamadrid junto a otras compañeras de su club de atletismo. "El año que viene seguro que superamos en mucho la marca", añadía otra joven a su lado mientras estiraba los músculos abductores con la pierna subida en una valla.
El clima acompañaba, ya que, a pesar de los charcos en el recorrido, no llegó a llover y la temperatura era fresca. "No sé cómo habríamos acabado si hubiese hecho un sol de justicia", comentaba una corredora veterana. Un portavoz de Samur-Protección Civil destacó la tranquilidad y la ausencia de incidentes con las que se celebró la carrera.
Entre la marea azul no todos competían. Alicia y Aroa, de siete y nueve años respectivamente, no habían podido inscribirse por ser menores de 12 años. A pesar de ello concluyeron henchidas la carrera junto a sus madres, tal vez más orgullosas que las niñas, que ya habían corrido en ediciones anteriores. "Ellas hacen atletismo y no querían perdérselo, así que las hemos traído", explica Pilar Casar, la madre de la mayor. "Esta distancia se la suelen correr en el calentamiento, así que no había ningún problema", añade.
Aroa y Alicia no eran las únicas que no competían. Hombres con llamativas pelucas y bebés que no pegaban ojo por los baches que tomaban los carros que empujaban sus madres completaban la carrera. "Lo único negativo es que la organización haya puesto los regalos al final en vez de entregarlos en una bolsa al principio como en otras carreras", comentaba Laura Martín, otra corredora. "Las colas que había en las carpas tras atravesar la línea de meta eran increíbles".
En las gradas los forofos y familiares aplaudían a los suyos con independencia de que llegasen primeros o últimos. Las últimas atletas en atravesar la línea de meta no habían corrido. Habían completado los cinco kilómetros de recorrido andando. "En octubre hago 70 años", cuenta Esther, una madrileña de piel ajada que apenas supera el metro y medio de estatura. Tardó casi una hora y cuarto para acabar la carrera. Junto a ella, su hija, de 44. "Se empeñó en correr y es muy testaruda", bromea, "hemos tenido a la policía detrás toda la carrera, pero todo ha ido estupendo". La madre le resta importancia: "¡Que voy a la gimnasia!", alega.
Más tarde llegó a la meta una joven que también anduvo los cinco kilómetros con la policía pisándole los talones, ya que padece una fuerte minusvalía en una de sus piernas. "Me han animado mi familia y mis amigos a que corriera con ellos", aseguraba. "Despacio, pero hemos conseguido llegar a la meta", sonreía. "Ahora sólo queremos una botella de agua. Y a descansar".
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