La astucia del poder
Ensayo. Paul Preston se despide de Francisco Franco. Al menos eso se desprende del carácter de este libro, e incluso de su presentación. Después de su monumental biografía, Preston ha seguido dándole vueltas a la figura del dictador y ahora nos ofrece una recapitulación de sus aportaciones precedentes, utilizando los datos positivos de la vida de Franco para dibujar un cuadro general de su personalidad militar y política. Según cabía esperar, Preston rechaza la visión hagiográfica que presenta a Franco como un auténtico genio, tanto militar como político, que nos salvó a los españoles, primero del comunismo, luego de entrar en la Segunda Guerra Mundial, y por fin dejó el camino abierto para la democracia al designar a Juan Carlos como sucesor. Tampoco suscribe la infravaloración habitual en la izquierda que no se lo toma "suficientemente en serio".
El gran manipulador. La mentira cotidiana de Franco
Paul Preston
Ediciones B. Barcelona, 2008
370 páginas. 18,50 euros
Para tomárselo en serio, aun reconociendo su mediocridad intelectual y la exhibición recurrente de planteamientos irracionales (lo del petróleo como el nescafé) o simplones (la credulidad ante acusaciones propias de una portera), Preston cree encontrar la clave en "la idea incesantemente cambiada y mejorada que él tenía de sí mismo". Es un enfoque original y que vendría a resolver la incógnita que suscita la simple visión del filme Raza, con el trazado de un relato donde Franco es él mismo y al propio tiempo su padre de ficción, marino y difusor de la historia gloriosa de los almogávares, y obviamente el apuesto oficial de regulares que encarna Alfredo Mayo. Parece en cambio excesivo pensar que desde el principio él se propuso asumir el papel del tipo de héroe presentado en las películas sobre la Legión francesa. Por la sencilla razón de que tales películas no existían cuando Franco define su forma de actuación como "héroe del Rif", e incluso se convertirá más tarde en modelo del jefe legionario perfecto para la más famosa de esas películas, La bandera, con Jean Gabin. Lo que sí parece muy acertado es el enfoque de Preston al respecto, con esa sucesión de papeles de protagonista soñados uno tras otro en el transcurso de vida militar y política. "En total, resume el historiador inglés, ha sido una vida impulsada no por un sencillo patriotismo, sino por unas motivaciones psicológicas reveladas por sus sucesivas máscaras".
La "mentira cotidiana" de Franco responde, explica Preston, a una voluntad consciente de ajustar sus actos por encima de todo a los propios intereses, al margen de los grandes ideales que pudieran encubrirlos, y con una voluntad clara de manipulación respaldada por un ejercicio frío de la violencia. Preston aporta una sucesión de análisis parciales al respecto, siendo algunos de particular expresividad, como su relación con el ex rey Alfonso XIII.
Y en todo momento, se encuentra presente la voluntad de Franco por sustituir hacia el exterior esa lógica de comportamiento proponiendo la imagen de sí mismo que estima más rentable.
Tal enfoque contribuye a hacer de El gran manipulador un libro sorprendentemente original y atractivo, ofreciendo además la posibilidad de abordar el análisis comparativo con otros tiranos del siglo XX que compartían su ansia de poder, el desprecio a la vida ajena, la capacidad militar y la voluntad de invertir la realidad a través de la imagen. Pienso específicamente en Mao Ze Dong. Las formas de inserción de la política en la comunicación social, incluso en los regímenes totalitarios (Stalin, Mao, Hitler) como cesaristas (Franco, Fidel Castro), favorecen esa hegemonía de la manipulación, cuyo atractivo alcanza asimismo a líderes democráticos, y no sería erróneo incluir en tal propensión casos muy cercanos.
Hay, por supuesto, aspectos discutibles en el libro de Paul Preston. El Abuelo de España del fin de reinado se reservaba una capacidad de decisión inspirada por los principios que le llevaron al poder, incluso por su rifeña receta de "saber manera", hasta los últimos fusilamientos regidos por la exigencia de ejemplaridad y desprecio a la muerte ajena. Sería conveniente asimismo convertir en foto fija el curso de la película para indagar acerca de la singular ideología de Franco, de raíces que van más allá de lo personal: el corporativismo militar que emerge de esa guerra de Cuba siempre presente en la cabeza de Franco, y que entre otras cosas proporciona una explicación a su odio visceral contra la masonería.
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