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Tentaciones
Reportaje:EN PORTADA

Scarlett contra Scarlett

EL disco se abre con un órgano de iglesia sureña. Una oleada de free jazz lo arrastra, pero el organista sigue tocando desde lo que parece el fondo del mar. Termina el instrumental y entre un espeso muro de sonido, alguien empieza a cantar. Parece una voz masculina. Más adelante nos damos cuenta de que se trata de una mujer, que grave y lánguidamente habla sobre un pueblo donde no existen las alegrías.

¿De quién es este disco? ¿De una nueva banda underground?¿Phil Spector desde el calabozo? ¿Hemos dado con una psicofonía de Nico? Pues no. Es el debut como cantante de la actriz Scarlett Johansson. El disco se llama Anywhere I lay my head y se compone de diez versiones de Tom Waits y un tema original. Colabora David Zimmer, de Yeah Yeah Yeahs, y Bowie hace coros. Casi nada.

Estamos en el sótano de un club privado de Londres, en la presentación europea de Anywhere I lay my head. Las luces se han atenuado y se han encendido velas perfumadas. Un empleado de Warner pide antes de empezar que por favor no se saquen fotos con los móviles porque "a Scarlett no le gusta". Entre el expectante silencio de la sala se oyen las voces de unos periodistas italianos indignados de que alguien se haya atrevido a mancillar canciones de su ídolo, Tom Waits.

Cuando la escucha termina, Johansson hace su aparición. Viene acompañada por un tipo con gafas de pasta que resulta ser David Sitek, productor de su disco e integrante de la banda neoyorquina de culto TV On The Radio. Ella, de 23 años, gasta una presencia estelar, pero a la vez da la impresión de que es una mujer real. Nada que ver con las actrices neuróticas, anoréxicas y holográmicas. No es uno de esos espíritus de la golosina, es el postre hecho carne. Melena platino, piel pálida y luminosa, labios indecentes. Es más menuda que en pantalla, pero el cárdigan de abuelo y el vestido corto que lleva encima no consiguen ocultar sus famosas curvas.

Su experiencia en la música se había limitado hasta ahora a apariciones en vídeos de Bob Dylan y Justin Timberlake, y en un concierto de The Jesus and Mary Chain en el festival Coachella. La oferta de grabar un disco propio surgió después de colaborar en el recopilatorio Unexpected dreams: Songs from the stars, iniciativa de una organización solidaria. "Pensé que debía aprovechar la oportunidad", dice Johansson con su acento nasal tan de Nueva York.

La idea original era grabar versiones de Cole Porter, Billie Holiday o Tom Waits, pero finalmente se centraron en Waits. Aunque no expresa muy claramente por qué: "Waits siempre me ha gustado y pensé que mi voz traería frescor a sus temas".

Johansson está sorprendentemente nerviosa. Habla intercalando frases solemnes ("Como artista, puedo dejar volar mi imaginación") con dubitativas muletillas de adolescente estadounidense. "Empecé a grabar con músicos de estudio pero no daba con el sonido. Era una versión instrumental de Tom Waits con mi voz encima. Terrible. Nadie me guiaba".

Hasta que una amiga, que había oído decir a Scarlett que quería un sonido "extraño", le puso en contacto con David Sitek. Hablamos y él dijo: "Vamos a hacer que suene como si hubiésemos tomado medicina para la tos y visto a Campanilla". Entonces supe que tenía que suceder (Sitek confirma por teléfono que el jarabe en cuestión es Rubitosin, con el que dice haber experimentado últimamente en Madrid).

Que la Johansson se te aparezca pidiéndote ayuda debe de ser emocionante, pero también te debe causar algún quebradero de cabeza. Sitek, en cambio, no parece demasiado afectado: "Para estas cosas vivo como en una cueva. Me paso la vida en mi estudio y no sé de la cultura popular del momento. No tenía muchas expectativas pero me sorprendió lo agradable y franca que es Scarlett. Es una actriz pero no una embustera. Es una persona muy directa y genuina".

Sitek y Johansson se embarcaron en un viaje de carretera desde Los Ángeles a Louisiana, sur de Estados Unidos. Su destino eran los estudios de grabación Dockside: "Es un lugar raro, mágico. Un terreno de unas cinco hectáreas, en la bahía del río Vermilion. Con robles y estanques, grillos y pájaros. Exactamente como lo que se escucha en el disco. El lugar ablandó el sonido. Conscientemente quería atenuar las canciones más abrasivas de Waits y hacerlas más hermosas y delicadas. Ésa era la premisa original, pero no sabía el límite hasta que llegué allí", dice el productor.

Durante cinco semanas se recluyeron en Dockside, donde como "una gran familia" trabajaron de noche, prepararon largas cenas que acababan tarde y se reunieron a hablar de las letras alrededor de hogueras. "Scarlett se preocupaba de todo el mundo, de que no trabajásemos demasiado", explica Korey Richey, el encargado de Dockside. "No era el show de Scarlett Johansson, no intentaba demostrar nada ni alardear. Su voz es muy personal, discreta, alejada de cualquier virtuosismo".

Se puede percibir cómo esta nueva vivencia entusiasmó a una Johansson fuera de su elemento, acostumbrada a la batalla de egos que pueden llegar a ser los rodajes hollywoodienses. "Era un grupo de gente increíble. Me impresionó y emocionó su actitud abierta y su creatividad?", dice. "Me siento muy afortunada habiendo podido participar en el proceso desde el principio. Otros vocalistas quizás no están demasiado interesados pero yo quería aprender y ver a David tocar botones". Sitek se quita méritos; "Scarlett nunca había hecho un disco, y no tenía una idea clara de lo que un productor era o podría ser. Si hubiese tenido idea, probablemente me habría despedido a los dos días".

Que Johansson no ha recurrido a Timbaland, Pharell o Linda Perry es evidente: no es un disco obvio. Es cinematográfico y ensoñador, extraño, como la actriz quería que fuera. En él aparecen banyos, grillos y cajas de música. Como dice Sitek, si lo escuchas con las luces apagadas, te llevará a otro lugar. Y por si hubiese dudas, Johansson clarifica que Tom Waits ha dado su bendición.

Scarlett estaba rodando en Barcelona con Woody Allen cuando llamó Sitek: Bowie estaba en el estudio. "Me quería morir. Estoy siempre en Nueva York y cuando me marcho, sucede esto".

Johansson y el duque blanco habían coincidido en una fiesta y la actriz había bromeado pidiéndole que se pasara a colaborar en su disco si tenía un rato libre. Bowie no pudo resistirse a sus encantos.

En principio Scarlett quería grabar el dueto Never talk to strangers, ella en la parte de Waits y Bowie en la de Bette Midler, pero finalmente, Bowie terminó interviniendo en los temas Falling down y Fannin? street. Bowie no escatima elogios para la actriz: "Las canciones son magníficas, muy buen material de Tom Waits, y las interpretaciones de Scarlett son místicas y cool". Scarlett le devuelve los cumplidos: "Descubrí que era un ente sexual escuchando su música. Pensaba "Dios mío, ¡siento un cosquilleo por dentro!".

Porque hablando de Johansson tiene que salir inevitablemente el tema del sexo. No sólo por el efecto que provoca entre el público masculino, sino por la naturalidad con la que trata el tema. En una industria que juega constantemente con el sexo pero que impone a los actores un falso puritanismo a la hora de hablar en público, Johansson se sale de la norma. La actriz ha admitido en entrevistas que "es una persona muy sexual" y declarado que se hacía la prueba del VIH dos veces al año. Entre los periodistas es famoso su descarado flirteo durante las entrevistas, al menos cuando su carrera estaba despegando. "La entrevisté cuando se estrenó Lost in translation. Comenté que en el estreno la gente aplaudía cuando apareció el plano de ella tumbada de espaldas con ropa interior transparente", cuenta un periodista catalán. Ella me contestó muy directa: "¿Qué te gustó más: mis bragas o mi culo?".

"Es criminalmente sexy. No se puede comparar con nadie, aunque a pesar de tener más fortaleza como actriz, hay un poco de Marilyn Monroe en ella, en su figura jugosa", dijo Woody Allen a Vogue. No sólo han sido comparadas físicamente, Steve Nails, el dueño de los estudios Dockside, dijo a un periódico local de Lousiana que la actriz cantaba como Marilyn.

Pero que nadie se confunda. Johansson no tiene ni pizca de la vulnerabilidad y candor de Monroe. Arruga la frente cuando escucha algo que no le gusta. En ocasiones contesta con impaciencia, o brusquedad. Su pecaminosa boca se puede torcer fácilmente en un gesto de disgusto. "¡Qué pregunta más rara!", exclama enfurruñada en la presentación del disco, cuando se le pregunta si cree que ha vivido lo suficiente para cantar las canciones de Tom Waits. De cuando en cuando salen a la luz comentarios sobre su comportamiento difícil, lo que no hace más que poner los cimientos para la construcción de su mito.

"Es muy diva, no te mira a los ojos, te sientes pequeñito a su lado. Sólo hablaba con Woody", dice el actor Joel Joan, que coincidió con ella en el rodaje de Vicky Cristina Barcelona. "Lo entiendo, es joven, tiene mucha presión y llevar eso es casi imposible; lo mínimo es que sea diva. Pero cuando se escucha ¡acción! toda esa distancia desaparece y se permite ser lo que es: una chica muy joven. Está más sobreactuada en la vida que en su trabajo. Tiene mucha luz, eso es de estrella. Aparte de sus ojos, sus pechos y sus labios, un aspecto importante de su éxito es su piel, tan blanca, tan fina?."

Dice Sitek que éste es un trabajo dictado "más por preguntas que por certezas". Y es que muchos, cuando conocen el proyecto, se preguntan por qué grabó la actriz este disco. No le interesa aparecer en las listas de éxitos: "No lo he hecho para cantar en inauguraciones del Rockefeller Center", y quiere seguir con su carrera en el cine. Ni siquiera sabe si irá de gira, porque está trabajando en "su miedo escénico".

Puede ser la recuperación de un deseo infantil (quería ser actriz de musicales hasta que con la pubertad empezó a darle vergüenza) o que durante la huelga de guionistas buscaba sentirse ocupada. Por vivir una experiencia nueva. Por su afición a la música. Por evadirse. O simplemente, como dice el título del álbum, por apoyar la cabeza en algún sitio durante un tiempo.

Anywhere I lay my head se publica el 20 de mayo en Rhino.

Scarlett, mística, campestre y bucólica, en una estampa que ilustra a la perfección el sonido de su disco.
Scarlett, mística, campestre y bucólica, en una estampa que ilustra a la perfección el sonido de su disco.

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