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Crónica:Laboratorio de ideas
Crónica
Texto informativo con interpretación

La 'guillotina' de los ejecutivos

La guillotina de directivos ha estado excepcionalmente activa en Wall Street y en la City de Londres. Sin embargo, entre los bancos regionales no se ha oído mucho el rumor de su filo. Los jefes de bancos de inversión como Citigroup, Merrill Lynch y UBS -y muchos de sus lugartenientes- fueron decapitados cuando aumentaron las pérdidas de los préstamos subprime y apalancados, y sus accionistas se diluyeron entre ampliaciones masivas de capital.

A pesar de sufrir azotes similares en las cuentas de resultados, los jefes de organizaciones financieras regionales como Washington Mutual, National City y Countrywide Financial siguen ocupando sus espaciosos despachos. Al otro lado del Atlántico, los jefes del Royal Bank of Scotland también, a pesar de haber lanzado una emisión de derechos extremadamente rebajada que rondaba los 15.000 millones de euros.

Estos bancos comerciales han perdido tanta o más riqueza en comparación con sus hermanos de Wall Street y de la City. Countrywide Financial de California es un ejemplo perfecto: a pesar de la OPA que tiene pendiente por parte del Bank of America, sus acciones han caído más de un 80% en el último año, y todavía sigue con el siempre bronceado Angelo Mozilo como presidente y consejero delegado.

Y en Ohio está National City, una entidad crediticia regional que está pasando por una mala racha. El banco con sede en Cleveland también ha visto cómo sus acciones caían más de un 80% el último año. La semana pasada recurrió a una crítica venta de acciones a inversores por valor de unos 4.500 millones de euros, dirigida por una empresa de capital riesgo, con un 40% de descuento. Aun así, el hombre que lleva presidiendo el banco los últimos años, Peter Raskind, sigue en su puesto.

No obstante, Raskind, que pasó a ser consejero delegado el año pasado, no le llega ni a la suela del zapato a Kerry Killinger. Este último lleva siendo consejero delegado de Washington Mutual desde 1990. Como tal, Killinger fue el principal arquitecto de su propaganda para las originales hipotecas que, desde entonces, han provocado devaluaciones valoradas en miles de millones de dólares, una caída de dos tercios del precio de sus acciones y una inyección de capital de emergencia de 4.500 millones de euros dirigida por el consorcio de compra de empresas TPG, que saldrá a los accionistas por un ojo de la cara.

Asimismo, en el otro extremo del Atlántico, en un monte desde el que se divisa Edimburgo, Fred Goodwin obtuvo esta semana una vez más el apoyo del consejo de directores del RBS para permanecer en su puesto de consejero delegado. Y su presidente, Tom McKillop, también.

¿Cómo pueden seguir al mando los jefes de estos bancos cuando líderes como Chuck Prince, Stan O'Neal y Marcel Ospel han sido expulsados de Citi, Merrill y UBS, respectivamente? Bien es verdad que estas tres empresas han perdido cerca de la mitad de su valor a lo largo del pasado año. Eso está muy mal. Pero a RBS le ha pasado lo mismo. Y las pérdidas ocasionadas por WaMu y National City a sus inversores son muchísimo más espeluznantes.

Es probable que haya unas cuantas razones que expliquen la discrepancia en torno a qué jefes se pone de patitas en la calle. La más importante puede que sea la composición de sus respectivos consejos de directores: a diferencia de los grandes bancos de Wall Street, las instituciones regionales suelen atraer a directivos locales, que puede que sean más indulgentes con los defectos del vecino. Al fin y al cabo, resultaría bastante incómodo encontrarse en el campo de golf local a una persona a la que acabas de presentar el finiquito.

National City es un ejemplo que viene al caso: su consejo está formado por personalidades locales, no por expertos internacionales de las finanzas. Están el presidente de una universidad de la ciudad, el jefe de una empresa de pinturas con la sede al otro lado de la calle y el jefe de una cadena de restaurantes con el empalagoso nombre de Eat'n Park, típico de la región central de EE UU. La situación de RBS es un poco mejor, pero, para ser una institución con pretensiones mundiales, su consejo sigue lleno de escoceses.

Pero no son sólo unos consejos débiles los que les han salvado el pellejo a los jefes de los bancos provinciales. Los accionistas son los que tienen que pedirles cuentas. Pero como los bancos de inversión suelen dar a sus empleados bonificaciones cargadas de acciones restringidas, éstos suelen constituir la mayor parte de los accionistas. Así que cuando las acciones se tuercen, la cuchilla se afila en un visto y no visto. -

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